¿Estamos locos o qué?
Doña Letizia, en el ojo del huracán Peñafiel
lunes 24 de agosto de 2009, 13:26h
No está bien criticar a los compañeros de profesión y si éstos, además, te llevan muchos años de ventaja, está peor hecho. Pero siempre que uno opina de algo, irremediablemente da ventaja a una postura desfavoreciendo a la otra. El pasado sábado, el programa La Noria tuvo como invitado a Jaime Peñafiel que se sometió al escrutinio de periodistas como María Antonia Iglesias, Pilar Eyre o Pepe Calabuig. Y se lió, como se pueden ustedes imaginar cuando la primera empezó a cuestionar a Jaime por qué no deja en paz a doña Letizia.
María Antonia Iglesias es una periodista de las que sólo salen de vez en cuando. Por guerrera, porque no calla, porque enfrentarte a ella es igual que hacerlo frente a un miura. Con ella es posible que naciera el dicho, “pequeña, pero matona”. Pero también porque se toma tan en serio su trabajo que prácticamente no hace otra cosa más que eso: trabajar. Y además, lo hace bien. Ideológicamente no me encuentro cercana a ella en muchos aspectos, aunque en algunos sí coincido. Le reconozco capacidad de análisis y buena disposición neuronal para exponer lo que piensa…mientras no la contradigan o la interrumpan. Porque entonces ahí sale la bestia (con perdón) que lleva dentro y María Antonia arrambla con todo. Les pasa a las personas con mucho carácter, como también les pasa que después, cuando llega la calma, son capaces de reflexionar y pedir perdón (lo hizo recientemente con Miguel Ángel Rodríguez). Independientemente de todo esto, además, da mucho juego en televisión. En estos parámetros es como Belén Esteban: ambas gritan, se enfadan, dicen lo primero que se les pasa por la cabeza y, como consecuencia de todo esto, la audiencia sube que es un primor. Obviamente ésta es la única característica que las une. Porque dónde Belén Esteban representa el fracaso escolar llevado a sus máximas consecuencias (“el Peloponeso está en mi barrio, San Blas”), María Antonia es producto de mucho estudio y mucha reflexión por mucho que no se esté de acuerdo con ella.
Y ahora viene el verso suelto que no es ESPE, sino Jaime Peñafiel. Jaime fue autor mío en mi etapa de editora. Luego mi relación con él ha sido, durante una etapa de nuestras vidas, estrecha. Le reconozco una gran capacidad para contar cosas. He tenido largas sobremesas con él escuchándole muchas historias contadas en primera persona. Le tengo afecto, estima y, además, me cae bien. Pero Jaime jamás descubre América y su actual bastión es, sin duda, criticar todo el rato a Letizia. Estoy 100% de acuerdo con María Antonia y con Carmen Rigalt (que en su día opinó lo mismo).
Cuando un periodista defiende a Letizia, Jaime dice de él que es cortesano. No opina lo mismo de los que defienden a la Reina (como él), porque ésta es “una profesional” Su vara de medir es, por tanto, variable como el viento. Jaime encontró en Letizia, efectivamente, el eslabón débil de la cadena. Con el Rey no tiene huevos a meterse, o no al menos como lo hace con la princesa. Que ha encontrado un filón no puede negarlo porque, de hecho los libros que mejor le han funcionado han sido aquellos que llevaban el nombre de ella en el título.
Cada uno se busca la vida como puede y si Jaime ha encontrado la gallina de los huevos de oro en doña Letizia, que siga pero que no lo llame ser crítico con la monarquía porque de crítico, nada.
Jaime, ¿crees que tendrías idéntico éxito si dejaras de hablar de ella? Es sólo una pregunta, no te vayas a mosquear conmigo.