Confianza y estabilidad
viernes 25 de septiembre de 2009, 12:55h
Estamos muy preocupados con la crisis económica y el gravísimo incremento del paro, como no podía ser de otra manera, y, quizá, no valoremos adecuadamente la trascendencia de la sesión del Consejo de Seguridad de la ONU, bajo la presidencia de Barack Obama, donde, por unanimidad, se ha aprobado la resolución 1887 para propiciar el desarme nuclear. La perspectiva de que no nos levantemos una mañana con el planeta Tierra arrasado y con cuatro desgraciados que han sobrevivido en medio de la destrucción total es lo suficientemente relevante; pero sobre todo hay que destacar lo que conlleva.
Sin, duda, la crisis económica internacional, eso de asomarse al precipicio y comprobar qué dura sería la caída, ha obligado a los dirigentes de las grandes potencias a sentarse en la ONU y escenificar una iniciativa que transmite, sobre todo, confianza y estabilidad. En estos momentos donde se reinventa la economía internacional, o eso esperamos en Pittsburg para evitar nuevas andadas, hace falta que todos los esfuerzos se empleen en la recuperación de los mercados, del comercio, de la actividad económica, del empleo y del medio ambiente. Y para eso es imprescindible un marco de mínima confianza y estabilidad entre los actores más destacados de la película. La Asamblea General de la ONU de este año pasará a la historia. Obama confirmó el giro total de la política exterior norteamericana hacia el multilateralismo, la cooperación internacional y el abandono del papel de gendarme internacional. Irak, Afganistán y Pakistán son los grandes desafíos inmediatos para todos. La energía sostenible emerge como uno de los factores clave del futuro en las distintas intervenciones.
La ONU es capaz de asumir las pantomimas de líderes histriónicos como el iraní Ahmadineyad o el libio Gadafi, que más que un sastre tiene un tapicero, como afirmó con su tino habitual Martín Ferrán en Punto Radio. Y para colofón, nos encontramos con la iniciativa para el desarme nuclear que supone una legislación contundente contra los que amenazan con programas de armas nucleares como Irán y Corea del Norte, y a la vez comprensiva para el uso civil de la energía nuclear bajo control de la Organización Internacional de Energía Atómica.
Ahora en Pittsburg, los dirigentes del G-20, que debería ser G-22 si España y Holanda consiguen una silla permanente, y que va a sustituir al G-8, deben poner las bases para la recuperación y para evitar que se vuelva a producir una crisis de tales dimensiones como la que estamos sufriendo. Esperemos que no caigan en el inmovilismo y se conformen con el ritmo actual de brotes verdes porque hay miles de personas pasándolo muy mal. Hay que exigir que todos cumplan los compromisos y no se dediquen a dar una cara amable en público y torpedear la iniciativa por debajo.
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