"Qué bon vasallo si oviese bon señor". La histórica y literaria cita del Cantar del Mío Cid, por las difíciles relaciones del héroe con su rey
Alfonso VI, puede definir a la perfección lo que estaba aconteciendo con el mejor piloto del mundo,
Fernando Alonso. Y no sólo en los dos últimos y nefastos años con Renault y su cacharro -hay quien le denomina el 'cuatro latas'-, sino incluso en la anterior época con la marca francesa y el 'horribilis' año sufriendo a McLaren y a
Lewis Hamilton. Por eso, y utilizando otra conocida frase, ésta mucho más cercana en todos los sentidos, el bicampeón del mundo parece haberse plantado y dicho:
"harto ya de estar harto, ya me cansé", que cantaba uno de sus autores favoritos, el gran
Joan Manuel Serrat.
Harto también de esperar y especular, se ha plantado y ha hecho estallar la crónica de una revolución anunciada: se va a la mejor escudería, a la del 'cavallino rampante'. A Ferrari, que, con o sin título, ha solido disponer siempre del coche más competitivo, aunque gente como
Kimi Raikkonen -al que sustituirá el español- lo desaproveche carrera a carrera . De modo que la ecuación queda cuadrada: el mejor piloto con la mejor firma y el mejor coche. Este sumatorio ha de tener obligatoriamente una resolución final: lloverán los títulos para Alonso y para Ferrari. Ya hay un antecedente muy significativo que todos los aficionados a la Fórmula 1 recordarán: el de
Michael Schumacher, quien tras enrolarse en el equipo italiano encadenó cinco campeonatos mundiales consecutivos. Y fue precisamente nuestro Alonso el que lo desbancó con un bólido de Renault que era inferior al del alemán..
De modo que esta revolución, este nuevo dúo dinámico en acumulación de triunfos en carreras y títulos es una gran noticia para el asturiano, sí, pero también para el deporte español, cuyo momento de oro va a brillar todavía más con las coronas mundiales del deporte de élite y máxima expectación que es la Fórmula 1. También es noticia, aunque mala, para los detractores de Alonso -que haberlos haylos, sobre todo en España por aquello del malditismo que nos suele caracterizar- y para el resto de pilotos y escuderías. El bon -y mejor- vasallo ya tiene bon -y mejor -señor. Que sea para bien y todas las expectativas se cumpan. Amén.