www.diariocritico.com

Generación del siglo XXI

viernes 02 de octubre de 2009, 19:39h

A los estudiantes no los engañaron, no pudieron aun con toda la fuerza mediática

Cómo no referirnos hoy a la indomable voluntad de cambio, al espíritu libertario y democrático de la juventud venezolana. El jueves de la semana pasada fui informado, como alcalde del municipio, que un grupo de doce jóvenes estudiantes del oriente del país se acababan declarar en huelga de hambre en la planta baja del edificio donde funcionan las oficinas de la OEA. De inmediato nos presentamos en el lugar para conversar con los jóvenes. En efecto, manifestaron su decisión, y ante mi pregunta de si estaban seguros de la acción que emprenderían, de los riesgos de salud que podían correr, su respuesta fue que ya era una decisión tomada que ejecutarían asumiendo esos riesgos.

Como autoridad municipal y en cumplimiento de nuestras obligaciones, activamos desde ese día dispositivos de seguridad, vialidad y salud, a los fines de garantizar el ejercicio pleno del derecho constitucional a la protesta pacífica y, lo más importante, la necesidad de garantizarle la vida a cada uno de ellos. Desde ese día el personal médico y paramédico de Salud Baruta coordina, controla y supervisa el estado físico de los estudiantes.

Debo confesar que puse en duda en ese momento que la protesta traducida en huelga de hambre (la más extrema de las protestas, pues arriesga la vida de quien la acciona) fuese realmente seria. Pensé que estarían uno o dos días, que no aguantarían y se retirarían. Me equivoqué y me disculpo públicamente por haber pensado así. Esos primeros doce jóvenes iniciaron su huelga y lograron, con su acción, sensibilizar a muchos más jóvenes que comenzaron a unirse a la protesta, tanto frente a la OEA, como en varias ciudades del interior del país.

Esa misma noche volví a verlos y ya habían logrado que vecinos les donaran colchonetas y algunos otros implementos. Nuestros médicos nos informaron que todos gozaban de buena salud y que tardarían en descompensarse algunos días por esa misma razón. Así exactamente ha sucedido. La descompensación sufrida a los seis días de huelga de muchos de ellos, desmiente con los hechos el verbo destemplado del embajador de Venezuela en la OEA, quien pretendió desacreditar la valiente protesta estudiantil.

Al segundo día, se unieron a la huelga otro grupo de jóvenes que también vinieron de los estados orientales. Al tercer día, el país comenzó a ver que la acción de los jóvenes era en serio y volteó a verlos. Se organizaron las madres adoptivas caraqueñas para apoyarlos y acompañarlos. Se unieron otros estudiantes de otras zonas y de Caracas. Ya estaba pasando algo importante.

Al hablar con ellos en cada una de nuestras visitas de inspección, hemos visto jóvenes sanos, con altos ideales de justicia social, que no se han dejado envenenar por el odio ni la división. Todos hablan de integración del pueblo venezolano, de la unión que es necesaria, de reencontrarnos como hermanos, como hijos de la misma patria.

La fuerza de las convicciones que los impulsaron a tomar esta acción extrema, junto a la pureza de sus almas e intenciones, nos reconforta y nos hace tener la seguridad de la existencia de un futuro grande, libre y democrático para el país.

Todos estos jóvenes transmiten esperanza. Todos son una Venezuela que quiere salir, que empuja desde abajo para que las cosas cambien, que no quiere seguir contaminada del cobro de facturas de odio, de soberbia en el poder, de uso abusivo de los mecanismos estadales para permanencia indefinidas en el poder a cualquier costo.

Los estudiantes de todo el país son, sin duda, la demostración más palpable de que hay una marea de fondo que viene creciendo con fuerza, indetenible, no panfletaria ni manipulada por nadie. Es la verdadera generación del siglo XXI, que surgió hace dos años y que no se detendrá. Es la generación moderna y con principios éticos que necesita el país.

Alguna vez leí que cada sociedad produce los líderes que requiere en el momento justo en que le son necesarios. Venezuela está pariendo líderes, no contaminados, sin odios en el alma, con esperanzas, ilusiones y sentimientos de amor por la patria y por sus semejantes. Los últimos diez años han sido de involución histórica. Una marcha acelerada hacia modelos viejos y fracasados, un retorno a la represión y a la exclusión, un alejarse día a día de la aspiración general de progreso y bienestar para todos. Los últimos diez años han sido la construcción de una maquinaria de odio disfrazada sólo en discurso y lemas de revolución del amor. A los estudiantes no los engañaron, no pudieron aun con toda la fuerza mediática y los inmensos recursos invertidos en la más gigantesca campaña de la mentira que se haya realizado en el país.

Allí están firmes, protestando con sus propias vidas para que el siglo XXI llegue& para quedarse.

[email protected]

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios