¡Ojito! ¡Ojito!, amadísimos, globalizados, megaletileonorizados y ciberneados niños y niñas que me leéis, que no pasará esta legislatura sin que a ZetaPé le entre uno de sus ataques de buenismo y propongan legislar sobre los derechos inalienables de los robots... ¡Sí, de los robots!, habéis leído bien...
Primero fueron los derechos de las minorías étnicas, luego los de los sodogays y lesbollos, más tarde los de las personas con minusvalías físicas y/o psíquicas, y, dentro de nada, les tocará el turno a los robots y demás artilugios con inteligencia artificial. Y todo porque en Japón y Corea del Sur preparan leyes para regular las conductas de los robots. Es decir, que japoneses y coreanos se disponen a dar carta de naturaleza como quien dice a estos productos industriales para que siempre estén bajo el control humano. Y no se andan por las ramas los del gobierno nipón, no, que ya han sacado un proyecto de documento legislativo de 60 páginas, con el título de “Borrador de guía para asegurar la sana conducta de la próxima generación de robots”.
Y ya tenemos, por tanto, una nueva causa para los biempensantes de turno... Y todo bajo la premisa de que si los robots tienen obligaciones pues también deben tener derechos. Y de ahí a empezar a regularlos en España hay sólo un paso. Y seguro que empezarán, por ejemplo, con la Ley de Matrimonios Robóticos, e, incluso, permitirán que una pareja de robots, debidamente casados, puedan adoptar una Play Station, una Palm o un teléfono móvil 3G.
Tampoco me extrañaría nada que, dentro de los derechos que ZetaPé y su alegre gobierno paritario y paritorio, empezará a otorgar a los robots entre el de sindicación, el de reunión y manifestación, el de libertad de expresión y hasta el derecho a voto en las elecciones municipales. Así que, dentro de un pispás, podemos encontrarnos que se ha creado CCRR, las Comisiones Roboteras, aparte del Frente de Liberación Robótico o, cuando menos, la Federación Estatal de Entidades de Seres Cibernéticos, con un Ciberzerolo al frente. Y, pequeñines/as míos/as, no os sorprendáis si, además, hasta se celebra el Día del Orgullo Robótico, incluyendo una manifa-desfile por, un suponer, la M30 madrileña.
Claro que para llegar a todo esto, tendrá que aparecer –si no lo ha hecho ya—algo así como una entidad tipo Greenchip, dedicada a salvar a los esclavos cibernéticos. Y hasta es posible que, al rebufo de la ola-de-corrección-política-que-nos-invade, acaben apareciendo hasta organizaciones como la Asociación para el Progreso del Robot. Si, no hace tantos años, los afroamericanos, con su Asociación Para el Progreso de la Gente de Color consiguieron la plenitud de sus derechos civiles, los robots no van a ser menos. Tanto los unos, los afroamericanos de color, de color negro, como los robots, proceden de la esclavitud. Y ambos luchan por la emancipación. O sea, que quizá, dentro de poco, de la misma forma que Condoleeza Rice es la Secretaria de Exteriores de los USA, podamos acabar viendo a un robot español presidiendo una comunidad autónoma. Tiempo al tiempo, amadísimos/as de mi paterno corazón. Tiempo al tiempo.