Cuando la Iglesia Católica habla de moral, cierta izquierda se indigna y se retuerce, porque -dicen- el Papa y los Obispos se meten en política.
Cuando la Iglesia habla sobre sacramentos (eucaristía, matrimonio), sobre familia, sobre derecho a la vida… cierta izquierda -diputados, periodistas- protestan airadamente.
Ponen de manifiesto que, para ellos, la política de izquierdas tiene mucho que ver con la moral y la religión. No con el bienestar de los trabajadores, ni con el
progreso de la cultura, ni con los avances de la ciencia, sino con la destrucción de la moral y de la religión.
Pero he aquí la contradicción. Cuando la Iglesia Católica habla de política -porque también habla, de verdad, de política-, esa misma izquierda, normalmente, calla. Cuando el Papa pide, en su último viaje a Tierra Santa, la creación de un Estado Palestino, esa izquierda calla. Cuando el Papa pide que se cree una Autoridad Política Mundial, esa izquierda calla. Cuando el Papa pide justicia social, esa izquierda calla. Cuando el Papa da opiniones e interpretaciones sobre la situación actual, en Caritas in Veritate, muchos silencian su palabra.
A esa izquierda le interesa más hablar de matrimonios, uniones, píldoras y abortos.
A esa izquierda le interesa la moral. Quiere sustituir la moral por una nueva moral. Quiere sustituir al Papa y a la Iglesia. Quiere ocupar su lugar en la definición de la moral y de lo que se debe o no se debe hacer (¡incluso en la cama!). Quiere dictar la moral desde el poder político. No es una exageración. Lo dice el Real Decreto 1631/2006, de 29 de diciembre, que regula que la asignatura Educación para la Ciudadanía sirve “para construirse una conciencia moral y cívica acorde con las sociedades democráticas” y “para la construcción de una ética común”. Esta es su moral: si votamos que esto es el bien y eso es el mal, así será.
Así, la moral estará supeditada al interés político. Pero otros creemos que es la política la que debe estar fundamentada en valores morales y éticos