www.diariocritico.com

Un elogio para Caffarel

domingo 26 de noviembre de 2006, 12:40h
Confieso que me desalienta la imagen de la división de las víctimas del terrorismo. Ver solamente a una parte de la sociedad participando en una manifestación –sea de la importancia que sea. De paso, diré que también me escandaliza la manipulación de las cifras de asistentes, casi tanto como la manipulación de las propias víctimas, en uno u otro sentido—resulta algo triste: las víctimas son nuestros héroes, y ellas y ellos han hecho por la paz mucho más que cualquier negociación. Lo que no quiere decir que la negociación, llegado el momento oportuno, no sea imprescindible: lo es y lo será.

Claro que, ¿quién decide cuándo ha llegado el momento oportuno?. Ahí es donde han de ponerse de acuerdo las formaciones políticas que, en definitiva, representan a la sociedad. Y esa es la clave del desaliento que muchos –sí, muchos sin duda, aunque no salgamos a manifestarnos—sentimos ante los gritos dirigidos contra el Gobierno desde el núcleo de unos manifestantes, y ante las descalificaciones tremendas que sectores próximos al socialismo dirigen, más o menos públicamente, contra esos manifestantes.

Soy de los que creen que el acuerdo entre socialistas y populares en materias clave –la lucha/negociación contra el terror es, acaso, la más urgente de todas—es absolutamente necesario. Por eso me cuesta creer que Zapatero y Rajoy sigan sin encontrarse, tal vez porque desde ambos partidos se presiona para que el presidente del PP no acuda de nuevo a La Moncloa, donde tan efímeras reuniones han consumado en los últimos dos años y medio.

Menos mal que gentes inteligentes de ambas formaciones llegan a algunos acuerdos que sirven para entelar las paredes del Estado. Ahí estan los consensos en torno a varios estatutos de autonomía. Y ahí el pacto para renovar el ex Ente RTVE, hoy Corporación RTVE. Que, supongo, será el pórtico para agilizar la renovación del Consejo de Seguridad Nuclear y, sobre todo, del Consejo General del Poder Judicial, que ya ha cumplido su mandato y precisa urgentemente de aire fresco.

Titulo este comentario “un elogio para Caffarel”, aunque solamente ahora entre en escena la todavía directora general de la cosa, precisamente para hablar de consenso. Nada tengo que ver con esa Corporación, excepto que hube de salir de ella, en la que era colaborador, cuando llegó el nuevo Gobierno. Así que mi comentario está, pienso, libre de ataduras. Por eso mismo me permito elogiar a la ‘jefa’ de la audiovisión oficial. Con guante de terciopelo cubriendo una mano inflexible de hierro, Carmen Caffarel encaró sin alharacas una deuda millonaria, una moral cariada, unos servicios informativos que amenazaban con sumirse en el caos. Ha saneado, sin demasiada oposición, las cifras de personal, ha permitido una información más plural (con la ayuda de Fran Llorente, otro al que el ruido y las luces no le apasionan), ha logrado aprobación casi unánime para su sucesor, Luis Fernández,  y ha encarrilado al monstruo hacia cauces más racionales.

Ojalá el ejemplo de esta catedrática, a la que nadie conocía y de la que nadie podía esperar tan importante labor –yo mismo mostré mi escepticismo cuando llegó, precedida por gestiones lamentables en el puesto que iba a ocupar--, cunda. Si se ha llegado a un ‘reparto de poder’ en la radio y la televisión pública que presumiblemente hará que nadie pueda mangonear la información y el espectáculo como tantas veces se ha hecho, ¿por qué no se podría hacer lo mismo en esas cuestiones que afectan igualmente a la vida cotidiana de los españoles?

Porque, la verdad, es duro, bastante duro, que aún no se hayan acordado formas de lucha contra la corrupción urbanística, de reforma de una legislación electoral claramente inadecuada, de reforma de aspectos de la Constitución obsoletos, de tratamiento del problema de la inmigración. O sobre las posiciones a adoptar ante algunas negociaciones en el seno de la UE, o acerca de la imagen unitaria que es preciso ofrecer en el exterior –y en el interior-- en materia de lucha contra el terrorismo. Eso, claro, exige grandeza de miras por parte de los dos principales partidos del arco nacional, veintiún  millones de votos tras ellos. Que una cosa es la lucha política entre Gobierno y oposición y otra, lo otro. No nos defraudéis.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios