La punta. A vueltas con Espriu, poeta y dramaturgo

Tras un largo y siempre injusto purgatorio que todo escritor comienza al día siguiente de su entierro, pasados veinticinco años vuelve Salvador Espriu. El renovado ímpetu que desde principios de año le ha devuelto la presencia dentro y fuera de sistema literario tuvo un antecedente en 2007 con la representación en el Teatre Nacional de Catalunya de la Primera història d’Ester (1948) dirigida per Oriol Broggi que si bien no fue a gusto de todos le resituó en órbitra. Dentro de las fechas canónicas de la efeméride, la representación de El jardí dels cinc arbres (2009) un excelente trabajo de dramaturgia del director Joan Ollé consiguió acercar Espriu a un público que asistia por primera vez a la escenificación de la palabra poética espriuana en un formato innovador y de gran profundidad lírica. A la sazón se recordó aquella Ronda de mort a Sinera con la que la dramaturgia de Ricard Salvat sobre textos del poeta que señaló con piedra blanca los anales del teatro independiente en la época de la censura y de las prohibiciones de todo tipo. Pese al éxito de crítica y de público El jardí dels cinc arbres había sido programada por pocos días. ¿Será que al TNC le sigue costando creer en el poder de la palabra y en la validez de los clásicos contemporáneos?
La auténtica celebración espriuana tuvo lugar el pasado 23 de febrero en el medio virtual y universal de Facebook en donde decenas de espriuanos acudieron a la convocatoria del bloc Antaviana dejando han dejando testimonio de su entusiasmo en todo tipo de expresiones. Desfilaron desde los recuerdos personales de quienes le habían tratado hasta la impresión de los que asistieron a unas honras fúnebres en donde se demostró, entre otras cosas, la distancia que media entre una generosa y sentida admiración del público lector y la ambición visibilidad a ultranza por parte de determinados representantes del sector político. Abundaron elogios junto con versos de poeta, las canciones con qué Raimon propagó los poemas de Espriu, valoraciones entusiastas y reconocimientos de todo tipo. En contraste con el papel más bien escasso de las televisiones públicas, la red fue una verdadera explosión comunicativa e informativa.
Todo ello para demostrar que Espriu sigue siendo un gran clásico contemporáneo con futuro.