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Botellón no

Botellón no

miércoles 02 de mayo de 2007, 19:21h

Las reiteradas quejas, con razón, de los vecinos de diferentes ciudades, desde Madrid a Sevilla, Granada, Cáceres etc. obligaron a redactar las ordenanzas municipales que conocidas como "ley antibotellón" prohíbe a los jóvenes emborracharse en la calle y destrozar, a continuación, el mobiliario urbano.

   Se aplica con tolerancia, de hecho en el ahora famoso barrio de Malasaña de Madrid, se consiente cada fin de semana y los sufridos vecinos saben del estado lamentable en que encuentran sus plazas y aceras los domingos por la mañana.

   Pero de ahí a consentir que, con motivo de las fiestas del Dos de Mayo, se "ocupara" toda Malasaña y sus aledaños es otro cantar. Era evidente que tras los enfrentamientos de la madrugada del lunes el panorama pintaba feo y había una altísima probabilidad de que se repitieran el martes.

 Parece mentira que ni al concejal de Seguridad Ciudadana ni a la delegada del Gobierno se les ocurriera hacer un plan de prevención de alteración del orden público y dejar que ocho guardias municipales vigilaran esa almendra de la ciudad.

 Las consecuencias se han visto en todos los medios de comunicación: heridos, contusionados, gente que pasaba por la zona golpeada por unos antidisturbios nerviosos que no podían controlar la situación. Una inexplicable batalla campal en una zona llena de locales de ocio y donde se dan cita no solo los "botelloneros" y los jóvenes antisistema sino ciudadanos de toda edad que se vieron obligados a correr al encontrarse entre dos fuegos: las pedradas de unos y los palos de los otros.

  ¿Cómo puede consentirse que el centro de Madrid, o de Sevilla o de Barcelona se convierta en un campo de batalla? ¿Quién va a pagar los destrozos en los locales del barrio? ¿Quién va a dar una explicación a los que viven allí, que llaman todos los fines de semana a la policía sin que les hagan caso y que estas pasadas noches comparaban sus calles con Beirut?.

   El botellón no se puede consentir pero tampoco se puede reprimir a porrazos pegando a diestro y siniestro. No se puede controlar a una masa de jóvenes, con mucho alcohol encima, con ocho municipales y más cuando se sabe que a la cita van a acudir radicales violentos con afición a los estragos.

   Estamos en campaña electoral (aunque no haya empezado todavía) y los políticos municipales, autonómicos y la delegada del Gobierno se acusan unos a otros. Al final los responsables serán los contenedores de basura que estaban en el lugar inadecuado y se convirtieron en barricadas. ¡Pues que bien!

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