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Pederastia

Pederastia

lunes 29 de marzo de 2010, 18:36h
El escándalo en el que se haya inmersa la Iglesia Católica mundial por los delitos de pederastia -cometidos por varios de sus magistrados- no tiene parangón. El mismo papa Benedicto XVI ha dicho ayer, en la misa de Domingo de Ramos, refiriéndose a las noticias que dan cuenta de los abusos contra niños: “No nos amedrentemos por las murmuraciones de las opiniones dominantes”. Pareciera que es la prensa mundial -en un ejemplar ejercicio de transparencia y ética que ennoblece el oficio-, la que tiene la culpa de los actos de pederastia de los clérigos.

Es obvio que el remezón que sufre la Iglesia Católica por estos delitos pretende ser transferido a las mentes y cuerpos enfermos de algunos de sus sacerdotes, limpiando con descaro a la misma estructura de la Iglesia que durante décadas ocultó dicho comportamiento. La idea es desactivar las críticas a una entidad que durante años ha ejercido un poder descomunal en el control moral y social de sus seguidores, y que reprime y deshonra las manifestaciones de amor si no están regidas por los dogmas católicos. Semejante estrategia comunicacional -no exenta de un halo de religiosidad- ha sido refrendada por el mismo Papa, que también se halla envuelto en varios casos de ocultamiento de información.

Cada día los testimonios de personas, que en el pasado sufrieron abusos sexuales por parte de algunos curas católicos, estremecen e indignan. Pero los justificativos y las falacias para recordar el perdón como eje de la doctrina católica solo muestra la doble moral de una entidad degradada en su misión de amor y reencuentro humanos.

La Semana Santa es tiempo propicio para reflexionar y examinar hasta qué punto la Iglesia, como institución que guía incluso aspectos de la vida privada de los fieles, se desliga de los actos que mancillan y ponen en duda su poder terrenal, en clara oposición a la palabra liberadora de Cristo.
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