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La fiesta del Gran Poder

sábado 05 de mayo de 2007, 17:03h

En la ciudad de la Paz-Bolivia, a partir del a 1939, se viene celebrando la "FESTIVIDAD DEL SEÑOR DEL GRAN PODER". La fiesta que, en las décadas de los años 40 al 60, era realizada con cierta timidez y reducido número de grupos de danzantes, ha cobrado en los últimos anos relieves inusitados y sorprendentes.

Inmerso en el enorme panorama que presentan la manifestaciones folklóricas andina, se centra -en Bolivia- música, tradiciones vestidos, etc. que poseen neta esencia precolombina.Dijimos, que dentro de la prática común de los nativos, internaliza un nítido sentidode sincretismo religioso por el que, la "nueva fe", llegada a América con los curas misioneros fue adoptada, sin resistencias, por los hombres del Ande, explicándose con claridad por qué las comunidades festejan con "profunda devoción", las fechas del santoral cristiano.

Esta grandiosa manifestación del folklore y neofolkore boliviano, se centra en el culto a la imagen de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad (el Hijo de Dios) pintada en un lienzo de autor anónimo, a principios del siglo XVII. Originalmente, en el cuadro estaban presentes tres figuras iguales que representaban a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. A pesar que la iglesia católica prohibío la exhibición de cualquier tipo de humana interpretación -en cuadros o esculturas- de la Santísima Trinidad, declarando que eran "imágenes contra ritos", el cuadro que, en el 1842, pertenecía a Genoveva Carrión, fue llevando al Monasterio de la Purísima Concepción, cuando ella entró de la novicia en el convento. Sucesivamente, pasó a las manos de -las también monjas- Josefa Carrión. Hacia el año 1904, la "Orden de las Concebidas", por varias circunstancias, tuvo que reducir el número de novicias y monjas que pertenecían a la congregación. Fue Irene Carrión, una de las religiosas obligada a retirarse de la Orden; al abandonarla pidió la devolución del óleo que trató que fuera puesto en una iglesia, mas .... los párrocos no lo permitieron y, la pintura fue pasando de una persona a otra, hasta Celso Mostacedo y Plácido López, vecino éste último del barrio Chijini de la ciudad de la Paz.

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