A un nivel simbólico, las elecciones en NRW suponen un referéndum sobre la política del segundo Gobierno Merkel, una coalición ya de por sí inestable, debilitada por sucesivos escándalos y finalmente, en el punto de mira de la comunidad internacional por su reticente postura a conceder un rescate económico a Grecia.
No es que el préstamo económico a Atenas haya dominado la campaña electoral --hasta la oposición se muestra favorable a facilitar el dinero--, pero Merkel se ha reservado adoptar cualquier medida "impopular" a la espera del resultado de los comicios de este domingo, y ha mantenido una postura conservadora a la hora de hablar sobre los sucesivos escándalos que han rodeado a su candidato, el democristiano Jurgen Ruttgers.
EL ESTADO
Con 18 millones de habitantes, la mayor parte residentes en la capital, Dusseldorf, Renania del Norte-Westfalia es el estado más poblado del país. Uno de cada cinco alemanes vive allí, y contiene a una de las comunidades turcogermanas más numerosas de Alemania.
El tamaño de su economía es equiparable al de Polonia y la República Checa juntas, y está construida en torno al carbón y el acero, pilares desde los que han emergido florecientes sectores como el químico, el energético y el electrónico (gigantes como ThyssenKrupp, E.On y RWE tienen su sede central en la región).
No obstante, su tasa de desempleo (9,0%) supera en casi un punto a la media nacional (8,1%) --hay comunidades mineras donde el paro se encuentra por encima del 20%--, y su población es históricamente reticente a la asunción de heterodoxas medidas económicas como las que le costaron al ex canciller socialdemócrata Gerhard Schroeder el que era, hasta 2005, su feudo histórico. Es más, el golpe político fue tan brutal que Schroeder se vio obligado a convocar elecciones anticipadas, que terminó perdiendo ante la actual canciller.