www.diariocritico.com

Día de la madre: hoy, mañana y siempre

Día de la madre: hoy, mañana y siempre
Ampliar
(Foto: EP)
sábado 15 de mayo de 2010, 18:14h

El día de la Madre es el día del reconocimiento a una labor que se da por asumida pero que nunca debería perder ni un ápice del mérito que tiene. Esa tarea constante que no entiende de horarios ni de descansos, que no recibe salario remunerado pero que se paga con cada beso o caricia no solicitada es la base fundamental de todos los que nos sentimos felices y confiados. Porque nuestra seguridad comenzó el día que nacimos y fuimos recibidos por una madre deseosa de cuidarnos y querernos. Sabemos que la madre que tanto y tan bien nos ha cuidado sigue estando ahí, disponible incondicionalmente.

Eso nos hace sentirnos seguros y confiados. Agradezco el ejemplo de mi madre, su presencia y su dedicación. Todos tenemos una madre a quien amar y a quien agradecer. Tradicionalmente en una fecha como la del domingo anterior se nos insta a hacerle pasar un día especial. Yo estoy de acuerdo con eso, pero más me gustaría que todos los días nos acordemos de ello y que no dejemos estas buenas intenciones sólo para una vez al año.

El verdadero Día de la Madre fue ayer... es hoy... será mañana, será siempre. Eres la única persona del mundo, que siempre está de forma incondicional. Si te rechazo, me perdonas. Si me equivoco, me acoges. Si los demás no pueden conmigo, me abres una puerta. Si estoy feliz, celebras conmigo. Si estoy triste, no sonríes hasta que me haces reír. Eres mi amiga incondicional.

Porque mi madre es, ante todo, una mujer trabajadora y voluntariosa a pesar de su edad. Tiene una determinación a prueba de cualquier desaliento y una fuerza personal tremenda, siempre mantenida. Pertenece a una generación de mujeres que cree firmemente en la recompensa del esfuerzo, del trabajo y del sacrificio. Nadie me regañó tanto como tú y jamás desobedecí a nadie como a tí. Jamás me he reído tanto cuando tratabas de domesticarme a golpe de zapatillazos sin éxito, primeros síntomas de descontrol, que extraña sensación de rebeldía y amor. Tu caja de infinitos besos nunca se acaba para mí, aunque tiene mucha más capacidad el saco de tu paciencia. No sabes las veces que me quedan aún de correr a refugiarme en tí. Aún recuerdo con nostalgia el día que aprendí contigo a atarme los cordones de los zapatos, pero más todavía todas esas heridas que me has curado en las rodillas a golpe de pataleta para evitar más sufrimiento.

Tú, eres la única que llora cuando lloro, quien me viste con palabras de aliento… quien cura mis heridas, quien me quiere en todo momento, quien me besa sin aparente razón; quien vive cada palpitar de mi corazón.

gareza40@yahoo.es

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios