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¿Quién se queda con las banderas?

¿Quién se queda con las banderas?

lunes 31 de mayo de 2010, 03:29h

Un viejo apotegma dice: "Lo importante no es tener banderas finales, sino llegar al final con las banderas". En los últimos 40 años, sólo en 4 oportunidades vimos a la gente volcarse masivamente a las calles en un plan francamente celebratorio.

El primero fue el regreso definitivo del Gral. Perón el 20 de junio de 1973; el segundo, el campeonato mundial de fútbol en 1978; el tercero, la ocupación de Las Malvinas en 1982 y el cuarto, los festejos del Bicentenario entre el 21 y el 25 de mayo próximos pasados.

Desde la motivación popular, (diferente a la de los convocantes) en los cuatro casos se dio una enorme convergencia popular sintetizada en la profusa participación de los colores patrios como representativo de un sentimiento masivo de identificación patriótica.

Los cuatro acontecimientos fueron sentidos por millones de argentinos como los momentos de la historia contemporánea que mejor reflejaban los sueños y aspiraciones de una comunidad que no encuentra fácilmente mecanismos de acuerdo superadores del permanente fraccionamiento y las recurrentes crisis.

El nacionalismo, un muy noble sentimiento, se convierte en peligroso cuando degenera en maniqueo. ¿Qué es el maniqueísmo? Al margen de su origen como religión babilónica en el siglo III, es utilizado vulgarmente como la oposición absoluta entre el bien y el mal, según la interpretación parcial de quien se considera propietario absoluto de la verdad. El que se opone a su visión parcial, es lisa y llanamente el Diablo (o el mal).

Así podemos interpretar que los que fueron al Colón (adentro o afuera) o al Tedeum en la Catedral son la antipatria que trabaja contra el país. O también podríamos pensar en sentido contrario.

Podríamos aseverar que los que quieren "el ajuste" son los enemigos del "modelo" o, al revés, que los que quieren proteger las industrias nacionales o el nivel de consumo popular son el "demonio populista".

Quién es más nacionalista o quién es el vendepatria, ¡esa es la cuestión! Falsa pregunta e ineludiblemente, falsa será su respuesta.

No todo lo hecho en los 90’s fue malo ni esta década es un dechado de virtudes.
La bandera ha sido la misma desde que la desplegara el General Belgrano en la costa del Paraná. La enarbolaron caudillos populares y elites culturales. Presidió aciertos y errores y es patrimonio común de todos los argentinos.

Esperemos que los 6 millones de argentinos que celebraron serlo – contando sólo a los que se movilizaron en calles y plazas – no sean utilizados para cimentar una parcialidad excluyente y despótica.

Así ocurrió en los tres casos anteriores que sólo sirvieron para justificar los mayores atropellos contra la dignidad y la identidad de todos los argentinos – que este "sol del 25" nos alumbre a todos y nos inspire para comenzar un nuevo ciclo de progreso y felicidad.

Diego R. Guelar
Secretario de Relaciones Internacionales de PRO

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