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Intolerable ‘insubordinación’

miércoles 29 de noviembre de 2006, 10:22h

Madrid ha visto frecuentemente manifestaciones de todo tipo: de agricultores, de empleados de la construcción, de víctimas del terrorismo, de estudiantes, contra la guerra en Irak… Hasta de policías municipales y de trabajadores de empresas radicadas en otras comunidades autónomas. Da lo mismo. ¿Qué los estibadores del puerto de Algeciras quieren protestar? “¡A Madrid!” ¿Qué los pescadores quieren hacer patentes sus quejas? “¡A Madrid!”, aunque Madrid no tenga mar. Por algo llaman a esta ciudad “el gran ‘manifestódromo’ de España”. Son gajes del oficio de ser la capital, donde se ubican los ministerios y el Gobierno, responsables de políticas que originan muchas de estas protestas. La cuestión es saber discernir cuando chocan el derecho constitucional de manifestación con otros derechos, no menos constitucionales, de los ciudadanos.

Pero lo nunca visto, hasta ayer, es que los propios agentes del orden causen desórdenes públicos para hacer sus reivindicaciones. Inaudito. Ayer, los policías nacionales convirtieron a la capital de España en una ciudad sin ley, mucho más intransitable de lo que habitualmente ya es por culpa de las obras que, por donde quiera que vaya, el madrileño se encuentra.

Los policías se manifestaron contra la política del ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, como primera medida de presión para pedir mejoras salariales. Los cinco sindicatos (SUP, UFP, CEP, SPP y Sindicato de Comisarios) tocaron ‘a rebato’ y unos tres mil agentes, de paisano, no solamente se manifestaron frente a Interior, sino que originaron un caos impresionante en la ciudad, al cortar el centro neurálgico del Paseo de la Castellana, la principal arteria de la capital. Y anuncian que habrá muchas más movilizaciones.

¿Qué va a hacer la Delegación del Gobierno al respecto? La institución que dirige Soledad Mestre había autorizado la manifestación desde la sede de Interior, en el número 5 de la calle Miguel Ángel, hasta la Plaza de Rubén Darío, que dista unos 500 metros, y donde se encontraba la sede de la Dirección General de la Policía hasta que fue unificada con la de la Guardia Civil, el pasado mes de septiembre. Pero cerca de un millar de agentes prefirieron ‘ir por libre’, campar por sus respetos y desplazarse hasta el mencionado Paseo de La Castellana, en dirección a Cibeles, y cortar la circulación.

Estamos en una situación caótica muy parecida a la que convirtió el aeropuerto barcelonés de El Prat en una auténtica selva. Si la Delegación del Gobierno de Mestre ha sido capaz de sancionar con 600 euros de multa a un militante del PP por tocar el pito en una manifestación, ¿qué debería de hacer con estos agentes ‘del desorden’, más que ‘del orden’?

Tenemos que exclamar: “¡Esto es Jauja!”. Este dicho popular viene de los tiempos de la colonización española. Jauja, capital de la provincia peruana de Junín era famosa por la fertilidad de su suelo, por sus privilegiados dones de salubridad y como un lugar de reposo. Su fama se hizo legendaria y llegó a España, traída por los peruleros, o emigrantes enriquecidos en aquel país. Con el tiempo, el dicho ha evolucionado hacia otra acepción. Ahora se dice ¿estamos aquí, o en Jauja?” para referirse a un comportamiento indecoroso.

Pues eso: estamos en Madrid, no en Jauja. Y la delegada del Gobierno tiene la obligación de hacer algo para ‘recordárselo’ a esos policías convertidos en vándalos.
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