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Henrique Lazo

Desde aquí

Desde aquí

domingo 13 de mayo de 2007, 23:57h

Desde aquí

 

Se oye la voz de la montaña mientras subimos por el impredecible
camino serpentino que asciende desde la primera hasta la segunda
cascada. Arriba, en la piscina que forma la caída del salto, no hay
sino querrequerres que toman el agua en grupo y son pájaros que no
pueden estar en cautiverio porque enseguida se mueren. Sus plumas
tienen casi todos los colores y su contribución estética al mundo
natural es así, al aire libre. En la jaula, el colorido se evapora.

Ha llovido desde las 8 de la noche y da la impresión de que el sol va
a arrancar con todo. La neblina del ocaso es el sopor que emana de la
selva en la aurora. Como la luna que mengua hacia el frío en el día y
crece en la noche hacia el calor. La vista, desde la segunda cascada,
vale tanto la pena, que la acción de levantarse a las 4 de la mañana
para esperar la salida del valle, se convierte en la decisión más
lógica. Es la relación del cerro Avila con el valle de Caracas: yo te
veo, tú me ves.

Cuando uno conoce el cerro se empiezan a dar las revelaciones. Como si
en las laderas de la montaña se hubieran quedado en el aire las voces
de las generaciones que pasaron por la ciudad para revelarnos los
secretos que transformaron nuestros conocimientos. No es por azar que
las religiones y las reflexiones más trascendentes vengan del desierto
y de las montañas. En el valle la vida es más sabrosa.

Se oye la voz del que se asombró cuando apareció la fotografía y que
hizo parecer inútiles las horas que empleaba un pintor para
representar su ambiente. Si de lo que se trata es reproducir
estrictamente la realidad, no hay competencia. Una pintura, es una
imagen realizada por la mano, la vista y la imaginación de un ser
humano. Una fotografía es como una huella ambulante que carga la
existencia transformada en puntos blancos y negros que a cierta
distancia superan cualquier espejismo.

Se oye la voz del que emergió de los más humildes y los representó
hasta que su adicción al poder, pocas veces eludible, lo elevó sobre
sus iguales y lo separó del diálogo. A estas alturas poco importan las
críticas porque lo importante no es lo que causa la información sino
quien la transmite. Las noticias se confunden y el que grite más duro
tiene la palabra. Desde aquí, desde la segunda cascada, uno es parte
del valle, no su amo.

Henrique Lazo

 

 

 

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