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El mundo allá - Venezuela aquí

El mundo allá - Venezuela aquí

domingo 04 de julio de 2010, 01:26h

Vemos con desazón cómo Venezuela va por el camino del despeñadero

En la reunión semestral del G-20 que acaba de culminar en Toronto, se juntaron líderes cuyos países, en su conjunto , representan 85% del Producto Bruto Global, el 80% del comercio y el 65% de la población mundial. No es cualquier cosa. En ese grupo están los del G-8 (los ricos) y los doce restantes que incluyen una variada representación de las economías emergentes (Sudáfrica, México, Argentina, Brasil, India, Indonesia, Arabia Saudí, Turquía, etc.)

Naturalmente no faltará quien afirme que no están todos los que son ni son todos los que están, pero nadie podrá decir que en ese grupo no están representadas las más variadas formas de organización política y económica.

Tal como es ritual en estas reuniones, también se hicieron presentes los enemigos de la globalización con protestas de distintos grados de sonoridad que ameritaron respuesta profesional de la policía local para mantener el orden sin que por ello el gobierno anfitrión haya culpado a nadie de ser el autor de un "plan de desestabilización". Mientras las grandes economías emergentes -y muchas de las medianas y pequeñas también- exhiben ya señales de recuperación económica y social, vemos con desazón cómo Venezuela, dotada de todos los elementos necesarios para tener éxito, va por el camino del despeñadero sin que los responsables muestren el más leve atisbo de rectificación sino más bien de "profundización" que es como ellos denominan al rumbo al que nos llevan.

Este columnista invita al lector a buscar un solo ejemplo de éxito, sea dentro del G-20 o fuera de él, que exhiba como paradigma económico el comunismo, el acoso a quienes producen y el ataque a la propiedad. Ni siquiera China cuyo Partido Comunista no es sino el organizador de una salvaje economía de mercado.

Invitamos también al lector a revisar los números de los países de la tal ALBA cuya gríngolas ideológicas -además de sus debilidades estructurales históricas- los conducen no al éxito sino a quedar colgados de la brocha cuando Venezuela no pueda seguir subsidiándolos.

Los gurús de la economía bolivariana parecen haber convencido a Júpiter que todo lo que está ocurriendo no es sino la etapa crítica de una transición necesaria que devendrá en un futuro luminoso y feliz. Tal ilusión pudiera sostenerse si al menos existiera un solo ejemplo de desarrollo económico con libertad política dentro del modelo castro-comunista-marxista-chavista que ellos aúpan. No lo hay.

Siendo lo anterior tan evidente uno se pregunta si lo lógico no sería fijarse en las prácticas que han tenido éxito y procurar esas recetas, adaptadas a la realidad venezolana, en lugar de repetir los errores mil veces cometidos en otras latitudes creyendo que " a mí no me va a pasar porque yo ahora sé cuáles fueron las variables que salieron mal".

No se trata aquí de hacer apología a ningún modelo económico liberal o social ni mezcla de ellos sino de exaltar lo más básico que existe: para repartir tiene que haber, para que haya es necesario trabajar, para trabajar con ganas tiene que haber incentivo, para que haya incentivo tiene que haber libertad. ¡Y tan sencillo que es!

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