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Storming weather

Storming weather

miércoles 07 de julio de 2010, 19:27h
Es una canción. En inglés. Ya. Pero es que podríamos pasarnos día y noche tarareándola por los rincones mientras nos cercan rayos, truenos y centellas.

Tiempo tormentoso. Cielos de color azabache rodeándonos como una maldición. Chaparrones inenarrables. Estruendos celestiales que parecen bombas venidas del más allá.

Ya ha llegado el verano pero no nos lo parece.

Da no sé qué ponerse a rebuscar en el armario el bañador, la toalla y las chanclas. No se sabe muy bien si guardar las katiuskas o tenerlas a mano por si los charcos son demasiado profundos.

Por cierto, una digresión. Acabo de enterarme de por qué se llaman así esas botas impermeables. Se lo cuento porque el saber no ocupa lugar aunque sí líneas en este artículo.

La palabra nace de una zarzuela. Hay que ver… Leo en Internet que Katiuska es el diminutivo cariñoso de Katia. Leo también que en 1931 el compositor Pablo Sorozábal estrenó una zarzuela llamada Katiuska. Su protagonista llevaba en escena unas botas altas y de ahí que la gente empezara a llamar así a ese calzado.

Se non e vero, e ben trovato, digo yo.

Y con esta ilustrativa etimología, retomo el hilo perdido del tiempo tormentoso que nos acongoja día sí, noche también…

Lo más fácil es reunir, en una conjunción inevitable, esa revolución del tiempo meteorológico con la de este otro tiempo que nos está tocando vivir. El de la crisis. El del miedo a perder el trabajo. El terror a no encontrarlo. A que nos despidan porque al jefe le caemos mal. A que lleguemos una mañana temprano a fichar y del edificio ya no quede más que el esqueleto…

Tormentas cotidianas, reales y jodidamente dolorosas… Pero los periodistas (en general) somos la monda… Seguimos preguntando a los paisanos que adónde se van a ir este año de vacaciones, que si mar o montaña o pueblo o extranjero o Caribe o… ¿Vacaciones? Hay cuatro millones muy largos de parados que viven en unas indeseadas y permanentes vacaciones. Hay varios millones de pensionistas que están igual, pero con cobertura (por ahora) de las arcas públicas. Los estudiantes sí tienen vacaciones, al menos quienes en junio han cerrado bien sus notas. Y luego estamos los demás, los que tenemos una nómina (iba a escribir “segura” pero me da miedo…) y que sí planeamos escaparnos a algún lugar diferente a los cotidianos lugares. Y miramos al cielo porque seguramente caigan chuzos de punta y se nos agüen las jornadas de supuesto descanso…

Viene un verano raro, muy raro. Tiempos tormentosos que asustan, la verdad, como los rayos que caen a miles desde el cielo, como si nos bombardearan.

Hay cosas contra las que no podemos luchar. Una es la estupidez humana. La otra, menos dañina sin duda, es ese tiempo meteorológico que viene como le parece, a base de isobaras y cosas así…

Decidido, me calzo las katiuskas y a verlas venir.

Ana Ruiz Echauri. Periodista.
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