Tenemos un gran amigo en Londres que en uno de mis viajes se convirtió en inmejorable anfitrión. Además de hablar inglés y portugués, es muy educado e intenta “chapurrear” lo que sabe de castellano cuando se dirige a ti. Pues bien, Regi, que además de todo eso es gran deportista, llegaba un buen día a casa de su sesión gimnástica matutina y me espetó todo serio en su genial mezcla de lenguas: -”Belén, soy o mais fity de London”, estuve varios días riéndome con su tremenda convicción y gracia innata y decidí hacer su frase mía. Pues bien, desde aquí pongo en vuestro conocimiento que la “mais fity de A Coruña” a partir de ahora seré yo.
Tras mi evidente expansión corpórea de estos últimos meses, había comenzado a caminar un poco, de casa al pueblo y vuelta, pero ahora, la Asociación Contra el Cáncer me ha ofrecido los servicios de una entrenadora personal que, tras un minucioso estudio de mis posibilidades, ha decidido incluirme en un pequeño grupo de pilates, guiado por ella tres días a la semana. Si esto lo unimos a que justo mañana comenzamos mamá, Cachi (mi hermana) y yo, las clases de meditación, pues casi mejoro la frase de Regi y diré que voy a ser la más “fity-espiritual”. Estos meses me voy a dedicar a mí y poco más.
Es cierto que cuando una está en apuros se le agudiza el ingenio. En mi búsqueda de información tanto técnica como práctica sobre mi proceso planifico nuevas vías y los momentos de desarrollarlas. Quiero decir: hoy he tenido mi quinto ciclo de quimioterapia: yo sabía que mi dulce, amable pero poco locuaz oncóloga estaba de vacaciones y preparé una serie de preguntas para su sustituta con la esperanza de obtener nueva información. En primer lugar comunicaré que mi mamografía ha ido bien, tuve que preguntar en qué medida estaba el “molesto en exterminio” y me dijo que en 1,9 cm ante los 2,5 anteriores. Le pregunté también qué significaba que mi cáncer no fuera hormonal, y me dijo que su origen no estaba en una toma excesiva de estrógenos, digamos anticonceptivos y que, por tanto, no tendría que tomar un tratamiento hormonal que me inhibiera la menstruación durante 5 años más, aparte de efectos secundarios...so good!, y ya me corté en explicarle mi teoría sobre la relación entre el cáncer y las radiaciones que, cuando insistes en trabajar 12 años a 20.000 pies de altura, se reciben...pero prometo no dejar mi investigación a un lado.
Le enseñé mis uñas algo manchadas pues esta última semana me han dolido bastante y estaba preparándome para su caída y ahí vino lo bueno pues me comunicó que estos últimos cuatro ciclos que me quedan contienen otro tipo de medicación y es más suave con lo que es muy probable que no me den más problemas.
Otra de las argucias que había pensado al llegar a la consulta, y como generalmente nos da tiempo a crear “red social” debido a la espera, fue la de acercarme a alguna mujer que viera ya con pelo recién nacido y preguntarle cuánto llevaba sin “quimio” con lo que me acerqué sigilosamente y resultó ser que mi presa era una veterana perteneciente a la “cuarta dimensión”, además de peluquera, y muy amablemente me explicó que en esta, mi segunda fase de tratamiento más suave, me empezaría ya a salir. Otra gran noticia.
Me encontraba algo preocupada pues la primera sorpresa agradable de verdad que recibí en varios meses sucedió la pasada semana y me la tomé bien pero sin grandes celebraciones. Tenía una sensación extrañísima y era consciente de ella, me había situado en una posición neutral en la que me dolería lo justo lo malo y alegraría lo justo lo bueno, un mecanismo de defensa que no me gusta por lo que he decidido arrancarme ya el chubasqueiro de los “monzones” y recibir cada buena noticia con alegría.
Muchísimas gracias por todos los comentarios. Que sepáis que los estoy guardando para que se me suba el “ego” en momentos inciertos.
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