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La máquina comienza a griparse

domingo 03 de octubre de 2010, 19:10h

Llevo muchos años haciendo política, tantos que ya casi ni me acuerdo cuando empecé, sería allá por el año 1980. En todo este tiempo he podido comprobar los altibajos de los dos grandes partidos. El éxito y el hundimiento de la UCD de Adolfo Suárez, la subida fulgurante  del PSOE de Felipe González hasta alcanzar la mayoría absoluta y su hundimiento tras la cadena de casos de corrupción; el sorpresivo triunfo del PP de José María Aznar, su reválida con mayoría absoluta, el posterior fracaso electoral tras los atentados del 11-M, el triunfo del casi desconocido José Luis Rodríguez Zapatero y su confirmación al frente del Ejecutivo cuatro años después. Y ahora vuelven los vaivenes políticos y todo parece indicar que Zapatero tiene los días contados por su arrática política y el PP de Mariano Rajoy volverá a hacerse con las riendas del poder. Todo ello si no ocurre nada que altere la normalidad democrática. Dios nos libre. Esta normal alternancia democrática en el Gobierno de España es lo que echo de menos en mi querida tierra, Andalucía, donde los socialistas llevan nada más y nada menos que treinta años en el poder.

El sábado en Sevilla, con el Guadalquivor como testigo, tuvo lugar la presentación de los candidatos socialistas a las capitales y a las ciudades andaluzas de más de cincuenta mil habitantes. Todo estaba preparado para el éxito. El mismísimo presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, acompañado por el presidente de la Junta y secretario general del PSOE andaluz, José Antonio Griñán, era el encargado de clausurar una fiesta mitin en la que todo estaba medido, desde la intervención de los candidatos en grandes pantallas de plasma a las consignas pasando por la música, las pancartas con la frase "me gusta", las banderitas y toda la parafernalia que rodea estos eventos. Por ello me sorprendió alguna improvisación que denotaba un nerviosismo impropio de la cronometrada organización socialista.

Primero, el poco aforo del lugar elegido. No es normal que una treintena de candidatos de las ocho provincias andaluzas y de ciudades de más de 50.000 habitantes sean arropados por menos de tres mil afiliados llegados de todos los rincones de Andalucía. Escasa claque para un presidente, Zapatero, acostumbrado a grandes escenarios. Segundo, la excesiva seguridad que impedía que los periodistas, agrupados en un pequeño corralito y achicharrados por el sol del mediodía sevillano nos pudiéramos mover con libertad por el recinto. Tercero, el distanciamiento entre la "vieja guardia" y la "nueva generación" del socialismo que se hizo evidente con la entrada de Manuel Chaves por la puerta de atrás mientras Griñán y Zapatero llegaban pisando la alfombra roja. "Algo no funciona aquí, me decía un viejo militante al observar la escena. Cuarto, el escaso ímpetu vociferante de los asistentes que sólo se dejó notar cuando Zapatero hizo acto de presencia en el escenario. Ni Griñán, y mucho menos los candidatos a las alcaldías arrancaron entusiasmos desaforados, al contrario, la acogida fue más bien fría. Y es que presentar sólo a una alcaldesa de capital, Carmen Peñalver, en Jaén (el otro es Alfredo Sánchez Monteseirín que acompañaba a Chaves en un gesto de doble lectura y no repite) no supone triunfo alguno para los socialistas en las municipales. Y quinto, las encuestas que sobrevolaban el cielo hispalense y que aseguran que el 22 de mayo, el PSOE puede, incluso perder las dos capitales en las que gobierna actualmente gracias al inestimable apoyo de Izquierda Unida. Aquí abajo no ha habido primarias. La Ejecutiva regional del PSOE-A ha impuesto sus candidatos y eso no ha sentado nada bien a las bases (sobre todo en Córdoba y Málaga) que afrontan las municipales con cara de derrota anunciada.

Hace casi un año acudí también a Dos Hermanas, el pueblo sevillano en el que el alcalde socialista Quico Toscano bate reiteradamente record de apoyos, a un mitin del PP andaluz que convocó a más de veinte mil personas y produjo un vuelco en las expectativas del partido que dirige Javier Arenas. Aquello, pese a la siempre aburrida intervención de Rajoy,  fue denominado en los mentideros políticos como "el espíritu de Dos Hermanas" y relanzó a un partido acostumbrado a ser el eterno perdedor en Andalucía. Aquello fue la otra cara de la moneda de lo que ocurrió el sábado en Sevilla. Dos mítines con sus líderes nacionales, dos convocatorias similares pero con muy distintas expectativas. Todo ello me da que pensar que la perfecta maquinaria electoral del PSOE andaluz comienza a griparse. Puede que me equivoque y la arreglen a tiempo pero me parece que se están agotando a los mecánicos y hay que renovar, ya, el motor del cambio.
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