www.diariocritico.com
3 .- Organización y vida en la reducciones

3 .- Organización y vida en la reducciones

miércoles 06 de octubre de 2010, 20:20h
Una vez establecidos en el lugar elegido y con los nativos dispuestos a emprender un nuevo modo de vida, los jesuitas creaban el cabildo, a semejanza de los del Viejo Mundo. Es decir, buscaban entre los propios indígenas a los más ancianos y más respetados. A ellos les transferían la autoridad, que en muchos casos ya la tenían previa a la llegada de los misioneros. Uno de ellos eran nombrado corregidor el primer día del año y su poder, 365 días después, podía ser revocado o renovado. En cualquier caso, la autoridad suprema la ejercían los misioneros, aunque trataban de no ejercerla. Todos los miembros del cabido tenían como distintivo de mando, un bastón de madera de chonta, una palmera muy dura. Hoy, la institución del cabildo sigue en pie, aunque existan alcaldes nombrados oficialmente por las instituciones bolivianas. En San José de Chiquitos conocimos al “cacique general”, Juan Casupú Durán, quien nos agasajó en la Casa del Bastón, en donde se reúne el cabildo. A su lado, el segundo cacique, Carmelo Céspedes. Nos hablaron, primero, en chiquitano, y luego, en un perfecto castellano. Nos recordaron que siguen vivas las tradiciones de la etapa de las reducciones y que ellos dedican sus esfuerzos a que no se olvide el pasado, tradiciones e idiomas, en una sociedad tan cambiante como la actual.
 
Si doscientos cuarenta y tres años después de la expulsión se conservan las tradiciones chiquitanas y los modos de la organización jesuítica, se deduce lo profunda que fue la labor misional de aquellos hombres, a pesar de que también tuvieran sus problemas. Más de una reducción fue atacada y más de un jesuita pagó con su vida su empeño misional.

Simultánea a la creación del cabildo, se planificaba el lugar. Lo primero que había que hacer era la delimitación de una plaza cuadrangular, gigantesca, que iba a ser el centro de la vida en la misión. Aún hoy resultan enormes en sus proporciones. En las cuatro esquinas de la plaza se clavaban unas cruces de madera. En el centro, otra más grande. Y en el lado principal se levantaba la iglesia, primero muy sencilla, poco después, de factura sólida, elegante. Esas son las que han llegado hasta nosotros.

     Ya tenían plaza e iglesia. La siguiente etapa era la de la construcción de las distintas casas de la reducción, todas de una sola planta. Primero, de adobe y techos de paja; después de ladrillos y cubiertas de madera. Frente a la iglesia, al otro lado de la enorme plaza, las casas de los caciques. A los lados de la espaciosa explanada, las casas de los indígenas. Según la población, tras estas casas había otras. Siempre en bloques de ocho o nueve viviendas. Todas perfectamente alineadas, en calles anchísimas trazadas con cordel. Esto se debía a una protección general contra los incendios. El  fuego sólo podría destruir una de las manzanas. Aquellas avenidas constituían auténticos y eficaces cortafuegos.

     A un lado de la iglesia, independiente de ella, el campanario. Y a un costado, el cementerio.

 Igualmente, a derecha o izquierda del templo, un gran patio amurallado, con talleres, residencia de los PP. Jesuitas, aulas de varios usos, etc.  Detrás de todo ello, la huerta. Cerrando el poblado, las tejerías, los campos de cultivo… Con pequeñas variantes así eran todas las reducciones.

     Los problemas existentes los resolvía el cabildo. Si era un tema que se les escapaba de las manos por su complejidad, el padre jesuita intervenía aconsejando o, en última instancia, decidiendo, con la anuencia del cacique general. En cualquier caso, las decisiones del cabildo eran aceptadas por todos los miembros de la reducción.

     El cabildo también administraba justicia ante los delitos que se pudieran producir. Es curioso, pero según las fuentes estudiadas –relaciones y cartas de los propios jesuitas- las causas penales eran poco frecuentes. No se administraba la pena de muerte y sí la de la flagelación, en causas muy puntuales. Los castigos los imponía el cabildo porque los jesuitas argüían que ellos no podían ser al mismo tiempo padres y verdugos. La pena máxima que se contemplaba en aquel código penal privado era la de la expulsión de la reducción. Mayor castigo no era concebible.

Es decir, la utopía de los misioneros jesuitas se hizo realidad con un esfuerzo titánico de adaptación al medio y con la colaboración más o menos desinteresada, pero real, de la población indígena. A todo ello hay que subrayar, sin la presencia de hombres de armas que les hicieran recordar que eran siervos de un reino lejano. Los hombres y mujeres de las reducciones vivían en libertad, con unas cuantas obligaciones de índole religioso –ya hemos indicado que ni siquiera era obligatorio el bautismo- y moral. Por cierto, la primitiva sociedad chiquitana aceptaba la poligamia, pero sólo en la persona del cacique principal, quien podía tener dos o tres esposas. El resto de los hombres eran monógamos. Evidentemente los jesuitas trataron de evitar la poligamia, pero no imponiéndola drásticamente. Era un proceso largo, calculado, hasta hacer ver a aquella gente que no era necesario que el cacique tuviera varias esposas o concubinas. Y también lo consiguieron.

     Hoy, la Gran Chiquitania tiene una extensión de 220.000 kilómetros cuadrados; es decir, el 56% de la extensión total de Bolivia, y forma parte del Departamento de Santa Cruz. La habitan 45.000 personas, que constituyen la población indígena más numerosa del oriente boliviano. Y los pueblos de hoy, que son las antiguas reducciones jesuíticas, están vivos, activos. Esa es la gran obra que nos dejaron aquellos hombres. Y es curioso saber que las misiones de Bolivia siguen en pie, mientras que las ubicadas en Paraguay están en ruinas. ¿Fue distinta la reacción de los guaraníes cuando los jesuitas fueron expulsados? Historiadores, etnógrafos y sociólogos tienen la palabra.

 Conversamos con el teniente coronel Astorga, comandante jefe del Regimiento de Artillería Vergara, acuartelado en Santiago de Chiquitos (la frontera con Brasil está a menos de trescientos kilómetros). Es la mayor autoridad militar en muchos kilómetros a la redonda. Hombre amable y discret, a quien le gustó saber cómo es la ciudad de su  apellido y le explicamos qué es el Camino de Santiago y cómo pasa por Astorga. Hago un llamamiento desde este reportaje a los munícipes de Santiago de Compostela. Nombren ciudad hermana a Santiago de Chiquitos y ayúdenla económicamente, que bien lo necesitan. Unos datos facilitados por el gobierno municipal de San Ignacio de Chiquitos nos dan la cifra de que un sesenta y uno por ciento de su población vive en condiciones de extrema pobreza. Las cifras de pueblo a pueblo pueden ser parecidas, aun cuando puede darse el caso de que en Santiago de Chiquitos esa cifra, desgraciadamente, sea superada. Además, no pueden hacerse idea de la amabilidad, la cordialidad, la simpatía de todos los santiagueños.

     A una pregunta que le formulamos al teniente coronel Astorga sobre la delincuencia en la zona, nos manifestó:

     -Es inapreciable. Pueden pasar meses, años, sin que las autoridades civiles tengan que intervenir para enviar a juicio a algún habitante de la zona. La gente es buena. Serán más o menos pobres, viven de la agricultura y del ganado, pero son felices con lo que tienen. Nuestra presencia aquí es puramente militar, sin entrometernos en la vida de la población. La frontera está cerca y por esa razón hay guarnición militar en Santiago de Chiquitos. Afortunadamente, Bolivia está en paz y en buena armonía con todos los países vecinos.

     -¿Hay problemas de droga en la zona?

     -La coca la mascan casi toda la gente. Pero no tiene los efectos que ustedes pueden creer. La coca no está manipulada químicamente, como sucede en otras partes. Forma parte de los hábitos de vida. No la consideramos droga. En cuanto a otras drogas, aquí no se conocen.
     Ausencia de delitos. Enorme ejemplo de convivencia del pueblo chiquitano. ¡Una región sin delincuencia! 




¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios