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Y ahora, a trabajar

domingo 27 de mayo de 2007, 18:00h

Cuando se lee o se escucha a José Antonio Marina siempre se aprende algo. No se puede decir lo mismo de muchos ideólogos de bolsillo, columnistas de tertulia e intelectuales de salón que pululan por ahí. Y no menciono a los políticos. Marina dice que "nuestros partidos aspiran al partido único" y añade algo que suena políticamente incorrecto, pero que es una verdad demostrable: nuestros políticos siguen teniendo un inconsciente franquista. Unos más que otros, pero todos algo. Basta ver cómo se gobiernan los partidos democráticos, cómo se hacen las listas, cerradas por supuesto, cómo actúan los líderes de esas organizaciones, cómo reciben las críticas o cómo buscan las adhesiones incondicionales, cómo rehuyen los debates sobre ideas para ver que no han abandonado actitudes franquistas. En un lado y en el otro. Y han pasado treinta años ya.

Por eso es tan importante la educación, porque forma personas, criterios y actitudes. Y, por eso, también, el fracaso educativo de estos treinta años es mucho mayor, porque los jóvenes no son vanguardia, se han instalado en el vagón de la comodidad y no quieren cambiar el mundo. La mayoría sólo quiere vivir mejor, tenerlo todo cuanto antes y sin esfuerzo. La clave está en la educación que reciben.

 Pero no son sólo los partidos los que aspiran al monopolio: hasta hace poco, ha habido intentos muy serios de lograr la fusión de los dos sindicatos mayoritarios en un sindicato "único". Afortunadamente, no cuajó, a pesar de que las diferencias entre uno y otro son más de personas que de ideas, de táctica que de pensamiento, de parcelas de poder que de servicio. Pero esto es lo que hay, de la misma manera que la campaña electoral que hemos tenido es manifiestamente mejorable, como las fincas de riego.

Por eso, ahora que ha terminado la campaña, y antes de que continúe la otra, la de las generales, habría que pedir a los partidos un esfuerzo por gobernar y avanzar en las cosas que, de verdad, importan a los ciudadanos. Hay infinidad de temas. Un debate serio sobre el futuro energético, porque va a haber problemas graves de suministro y de precio con el gas y el petróleo, y hemos abandonado la energía nuclear por razones ideológicas de una izquierda rancia. O un impulso serio a la sociedad de la información, porque hemos suspendido en el desarrollo tecnológico, y aquí no se puede pasar de curso con tres asignaturas cateadas. O en la política de la familia: en España nos hemos embarrado en un debate ideológico de posiciones inamovible -lo ven, otra vez el franquismo- en lugar de hacer como otros países que desarrollan políticas reales de ayuda a la familia y a la natalidad.

Y, al final de todo, siempre lo mismo, la educación. O invertimos en educación, o hacemos un pacto de estabilidad sin cambios permanentes, o buscamos la exigencia y la calidad desde abajo... O nos quedaremos atrás, de nuevo. La clave está en el capital humano. A eso me gustaría que, desde hoy, se dedicaran los políticos que ustedes y yo hemos elegido. Y que gobernaran para quienes les han votado y para los que no. Aunque sea mucho pedir.

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