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Cuidemos a nuestros niños, son ellos el futuro

Cuidemos a nuestros niños, son ellos el futuro

domingo 27 de mayo de 2007, 18:13h
Durante estos últimos días, los hechos más destacados por el periodismo nacional, han tenido a niños o adolescentes como protagonistas.
La marcha contra el hambre llegó desde la provincia de Misiones, niños de todas las edades portaban pancartas solicitando: mejor educación, mayor atención en lo referido a la salud y la prevención de enfermedades, viviendas dignas y trabajo para sus padres de manera que  puedan  hacer frente a las necesidades de sus familias respondiendo a ellas con el fruto de su esfuerzo.
Un pequeño de no más de trece años, repetía a quien quisiera escucharlo: “somos el futuro de este país, dicen los grandes, entonces no nos maten de hambre porque  se van a quedar sin futuro”.
Esta marcha de “locos bajitos” reclamaba simplemente el cumplimiento efectivo de sus derechos.
En otra parte de la ciudad dos colegios se enfrentaban en un combate que lleva años sin solución y que por ello corre riesgo de transformarse en una perversa tradición.
Otra vez eran niños y jóvenes los que trataban de dar una explicación a lo  inexplicable.
Paradójicamente otro hecho tiene a dos colegios, los más prestigiosos de esta ciudad, como protagonista, un cambio de autoridades generó una serie de desencuentros entre el alumnado y el cuerpo directivo de la UBA, de quien dependen. El enfrentamiento transformó a las aulas en improvisadas trincheras desde donde lo jóvenes estudiantes intentaban impedir que los nuevos directivos asumieran sus cargos, del otro extremo del conflicto, el rector de la Universidad de Buenos Aires, se mantenía inamovible en su decisión y en consecuencia sostenía no estar dispuesto a dialogar. El fin de semana largo trajo consigo la tregua.
Mientras tanto desde Escobar llegaba una noticia que nos estremecía, en una de las escuelas más prestigiosas un hecho aberrante había tenido lugar, un grupo de profesores y auxiliares, haciendo uso del lugar de  “poder” que ocupaban, habían sometido a situaciones de abuso deshonesto a algunas alumnas, varias fotos daban cuenta de ello.
En cada uno de estos hechos fueron menores los protagonistas, no por haber elegido serlo, más bien porque fueron puestos en ese espacio.
Todos  son víctimas, aún aquellos que aparentemente no parecen serlo.
Ningún niño está preparado para ser protagonista de semejante reclamo, son sus mayores los encargados de hacer respetar los derechos que los asisten, lamentablemente no fue así en estos casos.
Tal vez la desesperanza al no hallar respuestas, tal vez la ignorancia o la desinformación de aquello que a diario viven niños y jóvenes, tal vez el apuro del diario vivir de nosotros, los adultos, tal vez…, uno y miles de “tal veces” podemos encontrar a la hora de justificarnos por no estar junto a nuestros hijos cuando estos están en riesgo.
Debemos tener claro que somos los “grandes” quienes tenemos a cargo a los “pequeños” y por ello estamos obligados a preservarlos de todo aquello que signifique ponerlos en riesgo físico o mental.
Desde el espacio del estado las más altas autoridades están abocadas a temas muy importantes, las elecciones y un debate público de los candidatos para exponer temas de interés del electorado, a saber : la discusión sobre la traza del Camino de la Rivera y su ejecución, un título de licenciado, solicitadas mentirosas, temas y más temas que involucraban al adversario en situaciones “poco claras”, la búsqueda del triunfo en las próximas elecciones de la ciudad  no dejó espacio para nada más e instaló,  peligrosamente, un microclima de sospechas en torno a quienes  todavía deben responder a diario a los reclamos de sus futuros “Votantes”, hoy ciudadanos comunes e ignorados.
Es importante que recordemos, unos y otros, que estos  niños y jóvenes que muchas veces criticamos con dureza y muchas otras maltratamos, no son más que un reflejo de nosotros mismos, ya que mirándonos aprendieron a ser lo que son.
Este país tiene la gracia de ser especial, la mayoría de sus habitantes dan fe a diario de la esperanza que guardan como un tesoro y que los mueve a seguir adelante, trabajando, estudiando, investigando, reclamando sin cansancio la equidad que nos permita despegar de esta meseta en la que involuntariamente  hemos sido instalados por aquellos que ven en el poder un privilegio y no un servicio.
De esto también aprenden nuestros jóvenes que “tercos e insolentes” desafían a diario estudiando más, creando más, trabajando más,  a los que boicotean sus ilusiones.
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