Hay algunas verdades inevitables. El PP ha ganado las elecciones en los parámetros tradicionales en los que se contemplan unas municipales y autonómicas. Y el PSOE puede ganar poder territorial, si los pactos que permiten las pérdidas de mayorías absolutas del PP logran llegar a buen fin.
Pero hay también algunas consideraciones imprescindibles. La primera la estrepitosa derrota personal del Presidente del Gobierno en la ciudad de Madrid y, por extensión, en la Comunidad. Alberto Ruiz Gallardón y Esperanza Aguirre, mucho más allá de sus desavenencias, se consolidan como un activo importante e imprescindible para que el PP se constituya en alternativa de Gobierno soportando al candidato Mariano Rajoy que no ha quedado fuera de combate, sino todo lo contrario.
La creciente abstención -sobre todo en feudos históricos del PSOE como Andalucía y Cataluña- en unas elecciones con una campaña tan intensa, revela un creciente distanciamiento del electorado moderado de la decisión política y abre una agenda complicada para el PSOE en la trayectoria de las generales.
No hay señal alguna de espíritu autocrítico en ninguno de los dos grandes partidos por lo que está garantizado el empecinamiento en esta confrontación que no les ha permitido el éxito a ninguno de los dos pero que tampoco ha certificado su fracaso. Lo peor ha ocurrido en la forma en que se certifica que el espacio de tiempo que falta hasta las elecciones generales será una reedición de la bronca que hemos conocido. Solo nos queda rezar para que ETA, que sigue controlando la agenda política, no se decida a irrumpir en la campaña.
Si (
No(
