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Pasaba por aquí: Ye ye yo yo

Pasaba por aquí: Ye ye yo yo

lunes 08 de noviembre de 2010, 22:06h
Ya me perdonarán (o no) los ilustres académicos, pero servidora, o sea, yo, se declara objetora de la “ye” desde ya. Lo de los acentos tiene un pasar, más que nada porque casi todos pasamos de los acentos y nos da igual arre que so, y estar solo en soledad nunca será lo mismo que estar sólo un poco solo. ¡Ay la hermosa tilde que despeja dudas sinfín en el habla diaria y en la herramienta de escribir!

Pues eso, que yo objeto, que no me da la real gana, como hablante y escribidora que soy, de llamar a la “Y” “ye”, como si llamase a una oveja que se ha escapado del rebaño.

Y hablando de rebaños… ¿Qué me dicen de la palabra “grey”? Curiosa en su doble acepción de rebaño de ganado y de congregación de fieles cristianos bajo (Academia dice) sus “legítimos pastores”. No. No pienso hablar de la visita pastoral del Pastor máximo o llamado también “Sumo pontífice”. Evitaré esta vez los terrenos pantanosos, ya me perdonarán.

Pero sí me viene al pelo el asunto pontifical para asombrarme (una vez más) por la suma ignorancia de algunos de mis colegas, acaso los más jóvenes e inexpertos. La juventud no es excusa para la ignorancia, sólo para la inexperiencia puesto que ser joven es haber vivido menos, no haber aprendido menos…

Bien, vuelvo al redil (por seguir con símiles pontificios) y exijo a mis colegas, viejos, jóvenes o mediopensionistas, que si no saben (la omnisciencia no es humana y ni siquiera creo que exista) aprendan, se informen, consulten diccionarios, enciclopedias o pregunten a quienes sí saben. No se puede informar a nadie de casi nada si no se conocen los más elementales conceptos de los asuntos que tratamos. No es de recibo confundir un lucernario de un templo con una luciérnaga (aunque ambas palabras empiezan por “luc”. No quiero ni imaginar cuántos millones de animalitos iluminadores harían falta para alumbrar la Sagrada Familia, pongamos por caso… Tampoco hay que presuponer que el Ángelus puede rezarse a cualquier hora, porque la hora del Ángelus ha solido ser las doce del mediodía… Salvo que el Pontífice Máximo vaya con retraso en sus oficios oficiales y lo rece rondando la una de la tarde… Pero para eso es Sumo (supremo, altísimo o que no tiene superior) y puede cambiar sus propias normas, faltaría más.

En resumen, yo ya lo he anunciado, como el ángel del Ángelus ése, que pese a quien pese (no pesará a nadie, ya lo sé) que me niego a llamar “ye” a la hermosa y griega y que seré intolerante en cuanto a la ausencia de los acentos que considero imprescindibles para distinguir un significado de otro en la misma palabra.

Bastantes patadas le damos a diario al pobre diccionario ¿o no? Y si les gusta lo de la “ye”, pues nada. Recuerden que grey termina en ye, igualito que empieza yerro, que quiere decir error y no herradura de herrar, al ganado, digo…

Ana Ruiz. Periodista.
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