Miguel Sebastian se ha ido. Los ciudadanos de fuera de Madrid sabrán de él porque fué quién dirigió la Oficina Económica de Moncloa, porque su nombre salió salpicado con el asunto de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, en que el anterior presidente, el señor Conthe, le acusó directamente de haber enviado a a la CNMV un dossieres sobre el presidente del BBVA para ver si le metían mano. Pero a lo que vamos, Miguel Sebastian se presentó a alcalde de Madrid por obra y gracia de su amigo el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.
Sebastian nunca fué militante socialista, y dentro del partido ni se le esperaba ni se le recibió bien cuando el presidente Zapatero le envió como candidato suyo a conquistar la alcaldía de Madrid.
Y Sebastian se va porque en éstos momentos hay una auténtica rebelión dentro de la Federación Socialista Madrileña, porque los que callaron ante el "dedazo" de Zapatero parecen haber decidido que hasta aquí han llegado y habían mandado mensaje a Ferraz y a Moncloa de que no pensaban votarle ni siquiera como portavoz socialista en el ayuntamiento.
En la FSM se lamentan de haber aceptado a Miguel Sebastian, pero ya es tarde. El PSOE tendrá que reinventarse a si mismo en Madrid, tanto en la Comunidad como en el ayuntamiento. Aunque distinto caso es el de Rafael Simancas, un político honrado que ganó las elecciones hace cuatro años pero que unos sinvergüenzas se las birlaron dando el triunfo al PP.
Rafael Simancas ya anunció al día siguiente de las elecciones que no se presentara más como candidato, pero Miguel Sebatsian callaba, seguramente porque su mentor no quería reconocer que el fracaso era compartido.
Eso sí, en los últimos días se han hecho esfuerzos denodados desde Moncloa para separar el fracaso de Sebastián del presidente, llegando a decirse que Zapatero no tuvo más remedio que elegir a Sebastián porque en la FSM no había nadie capaz de dar la batalla por Madrid. Esto, además de no ser cierto, es un insulto para los muchos militantes y dirigentes del PSOE madrileño.
Miguel Sebastián se va diciendo que le han injuriado, que ha tenido que soportar una terrible campaña en su contra, y la verdad es que resulta sorprendente que diga eso. Entre otras cosas porque si alguién hizo una campaña que puso los pelos de punta fué él contra Ruíz Gallardómn., intentando airear un asunto privado para minar al de nuevo refrendado alcalde madrileño. En segundo lugar la realidad es que se va porque, pese a lo que Alvaro Cuesta ha tenido que decir en público, nadie le quiere en el PSOE, salvo el propio presidente.
Miguel Sebastián se va no porque los madrileños no le hayan votado, sino porque dentro del PSOE no le querían ni un día más.
La cuestión es que el fracaso de Miguel Sebastián afecta directamente a Rodríguez Zapatero y eso es algo que los expertos en imagen de Moncloa quieren evitar, pero no pueden hacerlo porque la gente no es tonta.
Pero hay más mar de fondo en el PSOE, no solo en Madrid están descontenos con el presidente, en otras muchas provincias, dirigentes y militantes del PSOE empiezan a preguntarse adónde les está llevando las políticas de Zapatero. Hay una desafección hacia el presidente desde dentro de sus propias filas, y lo de Madrid es solo la punta del iceberg. Hace unos días le escuche decir a un destacado dirigente socialista lo siguiente: "Zapatero es el primer político que ha ganado unas elecciones a la primera y también puede ser el primero que las pierda a la primera", o sea que las pierda después de una legislatura. Yo creo que José Luis Rodríguez Zapatero tiene un problema y es que despegó muy pronto los pies del suelo, de la calle, y encerrado en la Moncloa rodeado de aduladores, ha perdido pie de la realidad. Un mes antes de las elecciones, el CIS le auguraba que iba a ganar, pero al final no hay más encuesta que lo que votan los ciudadanos, y los ciudadanos le han mandado un aviso bien claro.
En cuanto a Miguel Sebastian... pues no es nada más que una pesadilla dentro de la historia reciente del socialismo madrileño, pero ni siquiera él es culpable del fiasco electoral sino quien le nombró.