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La resaca del 27-M: ahora el empleo

martes 05 de junio de 2007, 14:07h
Las urnas políticas han hablado con meridiana claridad en Madrid. Han dado el triunfo mayoritario al Partido Popular tanto en la Comunidad como en numerosos ayuntamientos de la región. El hecho de que el PP obtenga mayoría de votos en las elecciones municipales a nivel nacional, pese a perder en número de concejales y en poder institucional en algunas autonomías, tiene mucho que ver con lo ocurrido en Madrid.

La imagen que se ha intentado trasladar, concibiendo estas elecciones municipales y autonómicas como unas primarias de cara a la elecciones generales de 2008, no juega a favor de un mayor sosiego en la política nacional durante los próximos meses, lo cual no es bueno para Madrid, que se ha convertido más que nunca en escaparate de la crispación nacional y rompeolas de todas las Españas. Todo ello determina que el comportamiento excéntrico de Madrid con respecto al resto de España tenga, sin embargo, consecuencias muy importantes en la política nacional y obligue a una reflexión no sólo en el Partido Socialista de Madrid, indudablemente el gran perdedor de la cita electoral, sino en un PP que no puede aspirar a gobernar España arropado en las banderas del terrorismo, la crispación permanente, la teoría de la conspiración en el 11-M o la ruptura constitucional de España. En la propia Izquierda Unida, que ha perdido votos y concejales en el conjunto del Estado y que, sin embargo, se ha consolidado en la Comunidad de Madrid y en el Ayuntamiento de la capital, con un porcentaje de votantes cercano al 9 por ciento.

Madrid debería abordar la legislatura con voluntad cierta de dar por cerrada la crisis interna abierta por el “tamayazo”, que nos ha conducido a una campaña electoral permanente y a una confrontación política sin precedentes; que ha alejado el debate político de las necesidades reales de los ciudadanos, especialmente a lo largo del último año. A la ciudadanía madrileña nos preocupa nuestro empleo y nuestra calidad de vida y, al margen de las discrepancias políticas en torno a otros temas, creemos que merece la pena fomentar la cooperación de las diferentes administraciones, desde la central a la local, pasando por la autonómica, para ponernos fácil vivir en una Comunidad pequeña en tamaño, pero con una gran densidad de población y con problemas económicos y sociales que nadie debe obviar si queremos afrontar nuestro futuro en las mejores condiciones.

CCOO ha elaborado 120 propuestas para los 120 diputados de la Asamblea de Madrid. Entre ellas destacamos el empleo y la salud laboral como elementos prioritarios para que Gobierno y oposición, empresarios y sindicatos, afrontemos los próximos cuatro años. La economía madrileña sigue creciendo por encima de la media nacional y desde 2001 a finales de 2006 ha generado 600.000 empleos, lo cual significa que hemos creado empleo para las 490.000 personas en las que ha crecido la población en edad de trabajar y hemos absorbido una buena parte de los nuevos demandantes de empleo, ya sean jóvenes, mujeres o población inmigrante. Sin embargo, no todo son éxitos. El patrón de crecimiento madrileño se centra sobre todo en la construcción y, en menor medida, en los servicios. La temporalidad en la construcción alcanza al 50’2 por ciento de sus trabajadores y al 27’4 por ciento de los trabajadores del sector servicios. La menor temporalidad se encuentra en la industria, con un 21’2 por ciento, pero es precisamente en este sector donde no hemos crecido en empleo y hemos perdido 35.000 trabajadores.

Madrid cuenta ya con más de 3.000.000 de trabajadores, con una tasa de empleo del 60 por ciento. Pero mientras en el caso de los hombres la tasa de empleo se encuentra en el 70 por ciento, en el caso de las mujeres sólo alcanza el 51 por ciento. En cuanto al desempleo, la tasa de los hombres es del 4’6 por ciento, pero la de las mujeres es el doble, es decir el 8’8 por ciento. Las tasas de temporalidad en el empleo también ponen de relieve la desigualdad existente para mujeres, jóvenes e inmigrantes. El empleo creado ha sido casi en su totalidad temporal, hasta el punto de que los contratos temporales suponían el 20’7 por ciento en 2001 y hoy representan el 29’1 por ciento del total de contratos. Mientras los ciudadanos españoles soportamos una temporalidad del 22 por ciento, los inmigrantes sufren tasas del 58’6 por ciento. Mientras los hombres trabajadores tienen una tasa de temporalidad del 26’7 por ciento, las mujeres alcanzan el 31’8 por ciento. Con respecto a los jóvenes, sus contratos temporales son el 47 por ciento. Uno de cada dos jóvenes tiene contrato temporal.

Todos estos datos, presentados en el informe de CCOO sobre el empleo en Madrid, ponen de manifiesto la dualización del mercado de trabajo, la división entre quienes tienen contrato fijo y quienes se ven condenados a contratos temporales que, en muchos casos, se encadenan de forma abusiva en la misma empresa. Estos contratos precarios son muy mayoritariamente para mujeres, jóvenes e inmigrantes. Existen en Madrid 282.000 personas que encadenan contratos temporales en la misma empresa, mientras los contratos a tiempo parcial son realizados en un 81’3 por ciento de los casos a mujeres. Sólo el 10 por ciento de estas mujeres declara que elige voluntariamente este tipo de contrato.

Sabemos que es difícil, pero desearíamos que la tarea de las fuerzas políticas madrileñas a lo largo de esta legislatura tuviera más que ver con la solución a este tipo de problemas, que amenazan la vida cotidiana de cientos de miles de ciudadanos, que con espacios de confrontación derivados de la vida política nacional que vivimos en Madrid con una intensidad que poco tiene que ver con el resto de España.

Desearíamos que se abordase la negociación de un plan de choque contra la temporalidad, al que se comprometió por unanimidad la Asamblea de Madrid hace casi dos años, para reducir la tasa de temporalidad hasta valores inferiores al 18 por ciento. Desearíamos que se controlase más la actividad de contratas y subcontratas, especialmente cuando trabajan para las administraciones públicas y utilizan contratos temporales o a inmigrantes sin contrato alguno. Que se aplicase de inmediato la Ley Reguladora de la Subcontratación en el sector de la Construcción. Que se reforzase el cuerpo de inspectores y la cooperación entre administraciones para combatir el fraude de ley y el encadenamiento de contratos temporales, para luchar contra el empleo irregular y la explotación laboral. Que se trabaje para erradicar la discriminación laboral a la que se ven sometidas especialmente las mujeres, los jóvenes o los inmigrantes. Que se trabaje por la igualdad y la conciliación de la vida laboral y familiar. En definitiva, que los políticos aúnen esfuerzos con empresarios y sindicatos para que quienes vivimos y trabajamos en Madrid lo tengamos más fácil. En ese camino nos podemos encontrar trabajando por Madrid. La crispación política no da réditos electorales a largo plazo y alimenta una bestia muy difícil de gobernar.
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