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Mujeres en la política catalana

martes 28 de diciembre de 2010, 15:13h

La política en la Cataluña democrática ha sido cosa de hombres. No ha habido una presidenta de la Generalitat –tampoco en España y ya va siendo hora- ni tan siquiera del Parlamento catalán o del ayuntamiento de Barcelona. Y en los partidos, escribo de memoria, salvo la excepción de Alicia Sánchez Camacho, los hombres han copado todo. Ha habido algunas consejeras con un cierto mando político, pero en general las mujeres catalanas han estado siempre en el segundo nivel político. En el Parlamento hay 56 mujeres, más que nunca, frente a 79 hombres.

Es cierto que sucede casi lo mismo en el resto de España y no sólo en la política. También en las empresas, en los consejos de administración, en los sindicatos, en la CEOE, en la Universidad, en el periodismo, en la Real Academia de la Lengua, en la diplomacia… Yo estoy en contra de las cuotas pero a favor de que quienes representan el cincuenta por ciento de la población tengan, al menos, la misma posibilidad que los hombres. No va a ser fácil, primero porque llevamos siglos de una cultura machista, y también por otras razones. En el Gobierno de Zapatero, las ministras no han sacado una nota alta, pero sus compañeros hombres no las mejoran.

En Cataluña se visibiliza un tímido cambio de cultura. Una abogada, Nuria de Gispert, es la nueva presidenta del Parlament y sus primeras declaraciones están llenas de sentido común. Habla de rigor, de austeridad, de servicio a los ciudadanos y de consenso, pero sobre todo de que “la gente quiere que nos pongamos a trabajar ya”. Es respetada por todos. Tendrá problemas, pero también grandes oportunidades.

En su primer Gobierno, Artur Más podría haber arriesgado más. No lo ha hecho: sólo hay tres mujeres al lado de ocho hombres. Eso sí, las que están tienen todos los méritos. La psicóloga Joana Ortega, la número dos del número uno de Unió, José Antonio Durán y Lleida, no sólo va a ser consejera de Gobernación y Relaciones Institucionales, sino también vicepresidenta. Hablan maravillas de ella y va a tener un papel fundamental en el cambio que necesita Cataluña. Lo mismo se puede decir de Irene Rigau, psicóloga también y maestra, nueva consejera de Educación que ya lo fue de Bienestar Social con Jordi Pujol. Y la recién nombrada consejera de Justicia, Pilar Fernández i Bozal, abogada del Estado, promete. Para empezar ya le han criticado los independentistas porque dicen que como abogada del Estado en Cataluña a quien representaba era a España y no a Cataluña. Siempre salen los cantamañanas. Para esa cartera también habían sonado con fuerza dos mujeres, las hermanas Silvia y Esther Giménez Salinas. En todo caso, las tres elegidas no son “las mujeres de Artur Más”, son mujeres que deben contribuir a romper los viejos moldes machistas que siguen marcando la política en toda España y a gobernar de otra manera más sensata, más al servicio de los ciudadanos.  Ojalá marquen la diferencia.


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