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Historias de cuatro niños héroes III: ¿Qué escondemos en nuestras fronteras?

Historias de cuatro niños héroes III: ¿Qué escondemos en nuestras fronteras?

lunes 03 de enero de 2011, 21:29h


Un ojo que asoma entre los dedos de las manos que cubren un rostro, mira sin rencor, curioso,  enigmático, intrigante. Es el ojo del niño al que llamaremos Smael, escondiendo su verdadera identidad, la de su verdadero nombre y la de su faz.
 
Cuando Smael tenía tan sólo 10 años, salió de Guinea Bissau pasando por Senegal, Malí y Argelia en dirección al norte de África. Al llegar a Marruecos tuvo que vivir 3 años en Bel Younech, un bosque a unos kilómetros de Tánger próximo a la frontera de Ceuta, donde los migrantes subsaharianos viven a la espera de tener una oportunidad de cruzar a España, algunos pasan años esperando,(el “jefe” de los subsaharianos lleva varios años viviendo allí).Viven en cabañas improvisadas con plásticos y palos que difícilmente soportan la lluvia y el frío, y cuyos emplazamientos tienen que cambiar habitualmente para no ser descubiertos por las habituales redadas de la gendarmería marroquí.

“Cuando llegué al bosque fue muy duro, porque no era nada fácil comer. Por las mañanas íbamos a Castillejos y a un pequeño pueblo que se llama Muzna a pedir dinero y comida. Por las noches íbamos a las alambradas (las vallas de la frontera con Ceuta). Los marroquíes nos golpeaban, había gente que moría, y después de todo si lograbas saltar la valla y te arrestaban, la Guardia Civil te “devolvía” de nuevo y los militares marroquíes te deportaban a Oujda (en la frontera con Argelia)”. Smael relata su historia ante nuestra cámara de forma sosegada, rememorando sus primeros años de vida.

Smael vivió en persona la llamada “crisis de las vallas de 2005”:

“La situación en el bosque se había vuelto insostenible. ¿Por qué queríamos pasar las alambradas? Los militares marroquíes nos habían bloqueado el acceso al agua; si intentábamos ir a Castillejos a pedir comida estaban allí, para entrar o salir del bosque teníamos que pagar 20 dirhams. La situación era muy complicada, así que hicimos una reunión en el bosque y se decidió el asalto a las vallas. Aquella noche fuimos a la zona que los africanos llamamos la “Casa Blanca”. Los españoles sabían que íbamos a intentar el asalto, los marroquíes también nos estaban esperando con armas. Nos acercamos a unos 100 metros de las alambradas y se empezaron a oír voces para que nos detuviéramos. Ninguno de nosotros quería escucharles y empezaron a disparar. En ese primer intento hubo muchos heridos y muertos. En el segundo intento las alambradas cayeron y algunos consiguieron pasar”.

Entre septiembre y octubre de aquel año murieron 14 personas, 5 de las cuales a tiros. Smael, un niño, estaba allí.

Desde aquel entonces poco o nada ha trascendido de los migrantes subsaharianos que siguen viviendo en el Bosque de Bel Younech y en los alrededores de Ceuta y Tánger. Las cifras de las organizaciones que tratan de ayudar a este colectivo se mueven en torno a las 3000 personas de diferentes nacionalidades.

Smael ahora mendiga en las calles de Tánger, “Pero no pasa nada”, se dice a sí mismo y a los que le escuchamos. Está a la espera de que se le reconozca el estatuto de refugiado por la agencia de Naciones Unidas ACNUR. Su afán de supervivencia y de optimismo se muestra como un arma prodigiosa, capaz de vencer las adversidades que tiene por delante. Su firmeza es tan grande que desconozco de donde puede conseguir sacar la fuerza necesaria para sobrevivir, un día tras otro, en semejantes condiciones y ante tan duras perspectivas.

Para el ser humano la memoria es su verdadero patrimonio, único, intangible, pero uno de los pocos recursos que tenemos para acercarnos a comprender qué o quienes somos. Smael no conserva ni siquiera una fotografía de su madre: “Pero ella está aquí”, afirma señalándose la cabeza. “Todos los días me acuerdo de ella y sé que me acompaña desde algún lugar”.

Smael solo desearía tener una fotografía de su madre. Qué poco necesitamos realmente, y cuánto nos gusta acumular…

Roberto Lozano. Director y Productor.
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