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Cuando la resaca no se aguanta

martes 01 de marzo de 2011, 10:47h
¡Vaya el fin de semana que le han dado al PSOE andaluz! Y esta vez han sido todos, desde el ABC al País, pasando por el Sur de Málaga, el Ideal de Granada, y todos los provinciales del Grupo Joly, Diario de Sevilla en cabeza. No ha habido ni un solo medio de comunicación que, en sus ya habituales encuestas del Día de Andalucía, no haya reflejado una victoria del PP por mayoría absoluta. Así estaba el pobre de Pepe Griñán el 28-F, que rechazaba hasta los rosarios que algunos le regalaban para que rezara a todos los santos y cambiara el signo de los tiempos. Entre eso, tenerle que colocar a Alfonso Guerra la medalla de Hijo Predilecto de Andalucía, y los desplantes descarados que le hizo Manuel Chaves en la recepción de su propia casa, el Palacio de San Telmo, es que no gana para disgustos. Y, además, tuvo que aguantar la guasa de los periodistas y la escasez de canapés. No es de extrañar que el presidente de la Junta optara por un discurso plano y aburrido muy parecido a los soporíferos de su antecesor, eso sí, sin las dilexias de los minolles, que tanto juego daban a los teleñecos de Canal Plus y a los imitadores del Jardín de los Bonsais. Pepe fue fiel a su línea didáctica, no dio ni un titular. ¡Que se jodan y se calienten la cabeza los periodistas!, diría para sí. Y añadiría ¡Por mamones. Mira que darme a mí el Día de Andalucía con las dichosas encuestas!  Eso sí, al menos las encuestas negativas evitaron que todos hablaran del turbio asunto de los "eres" fraudulentos, que no sé qué es peor. Mientras, uno de los homenajeados estrella, Alfonso Guerra, estaba a su bola, de vuelta de todo, sonriente, feliz, disfrutando del momento y evitando encontrarse tanto a Chaves como a Griñán. Viendo los toros desde la plácida barrera. Lo que son las cosas de la política. Más cornás da el hambre, que diría El Cordobés.

Todo lo contrario que Javier Arenas, a quien no le cabía la sonrisa en la boca y la alegría en el cuerpo en el antiguo Hospital de las Cinco Llagas, sede del Parlamento andaluz. Por cierto que sigo sin enteder por qué ni el PP ni Izquierda Unida dejan de acudir al acto institucional de la entrega de las medallas en el Teatro de la Maestranza. Me parece una actitud pueril. Y se darán cuenta de ello cuando les toque ejercer el poder y el PSOE les pague con la misma moneda. Un acto institucional, como es la entrega de las medallas de Andalucía y el título de Hijo Predilecto, debe estar por encima de partidismos y enfrentamientos sectarios, gusten o no gusten los elegidos. Espero que en años próximos, si llega a gobernar el PP, no acusen a los socialistas de antiandalucismo si tampoco asisten a los actos del 28-F. Favor con favor se paga.

La verdad es que, diga el PP lo que diga, Griñán es un tipo cariñoso, algo estirado, cursi si quieren, pero cariñoso y entrañable, o a mí así me lo parece. Personalmente tengo que agradecerle que, por primera vez, tras más de treinta años de profesión, haya tenido la delicadeza de invitarme al acto institucional del Teatro de la Maestranza y a la posterior recepción, Como muchos de mis lectores saben, ni Borbolla ni Chaves, pese a mi puesto, primero de jefe de la Sección de Andalucía y después de subdirector de información en ABC de Sevilla y a que me unía a ellos cierto colegueo por las entrevistas y los viajes, me habían invitado jamás y todos los 28-F tenía que diseñar diversas estrategemas para colarme, bien del brazo de alguna consejera o consejero, bien con la compañía de alguna "vaca sagrada" de la comunicación como Jesús Quintero o Carlos Herrera a quien, debido a su fama televisiva o radiofónica, nadie les pedía la invitación. En esta ocasión, treinta y un año después de aquel primer 28-F, recibí por primera vez en mi casa los dos tarjetones del presidente de la Junta. Gracias, una vez más, Pepe, todo un detalle por tu parte.

Por lo demás, ya se sabe cómo son estos actos. Muchos abrazo, mucha sonrisa, mucho apretón de manos y, nada más darse la vuelta, te podrían clavar un cuchillo en la espalda. Que se lo pregunten, si no, al secretario general del PSOE de Sevilla y ex consejero de Empleo, José Antonio Viera con quien nadie parecía querer intimar demasiado como si tuviera la lepra. Y no era la lepra, eran los eres, que ya saben que son tan contagiosos como la gripe y mucho más peligrosos que el sida. Como te toquen, están condenado a muerte, políticamente hablando, claro. Y a Viera, de momento, ni tocarlo, que ya llegará la hora del ajuste de cuentas tras las elecciones municipales del 22 de mayo. Viera daría media vida porque Juan Espadas (quien, por cierto tampoco acudió a los actos) sacara los suficientes votos como para gobernar el Ayuntamiento de Sevilla con la Izquierda Unida de Antonio Rodrigo Torrijos. Y es que en ello le va su futuro, y el de su familia.


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