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La economía en primavera

La economía en primavera

viernes 25 de marzo de 2011, 09:06h
La primera semana de la primavera no ha podido ser más inquietante para la economía española, con noticias alarmantes que coinciden con el batacazo de Portugal, precedido por los sustos en Grecia y en Irlanda. Se trata de una crisis compartida, aunque en distinta medida y con diferente intensidad, por los cuatro países denominados como “periféricos” en la Unión Europea: Portugal, Grecia, Irlanda y España. Añadamos a esto, en lo que respecta a nuestro país, el dictamen de la agencia de calificación crediticia “Moodys”, que pone en cuestión nuestro sistema financiero, con las excepciones del BBVA, el Santander y La Caixa. Algunos expertos ponen estos diagnósticos en cuarentena, porque “Moodys” no es la Biblia, y hay muchos intereses en juego.     El españolito de a pie está inquieto y preocupado, metido a la fuerza en una guerra en que no se sabe desde dónde nos disparan, y cuando las indecisiones y los bandazos del Gobierno sí provocan, en esta ocasión, verdadera alarma social. Con cuatro millones y medio de parados y con una clase política más preocupada por asegurarse su tajada electoral que por resolver los problemas de los ciudadanos, a la crisis económica se une una crisis ética que está creando un ambiente enrarecido, la insoportable percepción de que “algo huele a podrido” en España.    Sin embargo, no nos podemos permitir el lujo del pesimismo, enfermedad del ánimo que podría quedar para tiempos mejores, y no para cuando es imprescindible el esfuerzo de todos.    Mas, ya que la actualidad manda, miramos hacia nuestros hermanos portugueses, y no sólo porque su mala situación puede llevarse por delante cuantiosas inversiones y compromisos financieros españoles. Hoy miramos hacia Portugal no desde el egoísmo de temer un contagio… sino desde el cariño y la admiración. Portugal nos ha dado muchas veces ejemplo de coraje, como en la “revolución de los claveles”, que terminó con la dictadura militar, y mucho antes con su imaginación para la aventura, descubriendo nuevos mares y conquistando nuevas tierras. Portugal es, por encima de todo, un pueblo donde la dignidad tiene su asiento. Un pueblo al que muchas veces dimos la espalda o miramos desde un paternalismo sin justificación, como si fuesen vecinos ausentes y lejanos, gentes humildes, ensimismadas, serenas y resignadas.      Desde esta España en la que florecen los cerezos en el Jerte y donde la Extremadura oficial ha cambiado, en Mérida, algunos coches oficiales por bicicletas eléctricas, hacemos un guiño de respeto y de amistad a los hermanos portugueses, y les animamos a que caminen hacia adelante, a que no caigan en el abatimiento de la derrota ni en la trampa de la melancolía.
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