La bancarrota del fútbol

El fútbol español, ese dorado espectáculo de masas que convoca casi cada día a millones de espectadores, está en bancarrota, con unas deudas que superan los 4.000 millones de euros. Se deben grandes cantidades a la Hacienda Pública, se mantienen deudas con los futbolistas (más de 300 jugadores de Primera y Segunda División han denunciado impagos), se recortan las subvenciones autonómicas y municipales a los clubs más modestos, se recurre a procedimientos concursales, y los equipos “estrella”, el Real Madrid y el Barça, son, con 660 y con 548 millones de euros, respectivamente, son los clubs más endeudados. Y ello a pesar de que entre el equipo “merengue” y el “blaugrana” se reparten casi la mitad del dinero que pagan las plataformas televisivas: 280 de los 600 millones que están sobre la mesa; es decir, la parte del  león de la tarta audiovisual. Debajo del césped no está la gloria sino que están las facturas sin pagar, y una “huída hacia adelante” que, según los expertos, puede terminar con lo que ya se ha dado en llamar “la burbuja futbolística” o la “trama tramposa” del balompié.  No somos expertos en estos asuntos.., tenemos compañeros que son grandes especialistas en este deporte que se ha convertido en un rito imprescindible, en un espectáculo que mueve pasiones y que permite soñar entre la marejada de la crisis. Pero constatamos que la situación es grave y que si al fútbol español se le aplicasen los parámetros contables y fiscales con que se trata a cualquier otra actividad, se caerían los palos del sombrajo y se pincharía la ficción que atrae la atención de una sociedad para la que Iniesta es más importante que Severo Ochoa, o Mourinho más inteligente que Aristóteles. Y, sin embargo, los más viejos del lugar, los que han visto pasar ante su silla los carros y carretas de la historia, intuyen que el fútbol saldrá adelante, y que “meter un gol”, como sea, aunque sea con la mano y en fuera de juego, es el deporte nacional. Por otra parte, esta crisis futbolística  (pareja a la crisis general) ha atraído a inversores extranjeros que no distinguen entre un penalti y una tarjeta roja, pero que quieren pescar en el río revuelto de una bancarrota que siempre encontrará redentores… Porque el fútbol, amigos, no sólo da alegrías o decepciones, sino que da votos y da poder. Y, en fin, como remate de esta situación, ayer mismo el secretario de Estado para el Deporte, Albert Soler, anunciaba que “el Gobierno no pondrá ni un euro” para solventar esta escandalosa situación. ¿Cuál es la solución?. Quizá una de éllas pase por poner las cosas en su sitio y por bajar de la Luna y por pisar la Tierra. Es escandaloso que la Agencia Tributaria sea más tolerante con los “mandarines” del balompié que con los pequeños empresarios o con los trabajadores autónomos. La bandera nacional de la realidad lleva, en su escudo, un gol legendario, una multitud entusiasmada, un balón pinchado y miles de facturas sin pagar.