Una medida acertada

 A lo largo de la semana que termina hemos sido críticos con el Debate sobre el Estado de la Nación, tanto por la forma como por el fondo, tanto por la perezosa ceremonia de espaldas a la realidad como por la machacona insistencia de sus señorías en tópicos, en lugares comunes, en argumentos previsibles y en automarginación insolidaria como “clase política” establecida, satisfecha y bien retribuida.     Pues bien, y puesto que la realidad manda, y dado que queremos ser objetivos para apreciar lo bueno allá donde se encuentre, hoy celebramos que tres fuerzas políticas relevantes (PSOE, PP y Convergencia i Unió) se hayan puesto de acuerdo para situarse de parte de los ciudadanos hipotecados y de las personas víctimas de un embargo…, para HUMANIZAR esos procedimientos sin saltarse la ley; para ser más comprensivos con los más débiles; para frenar las cláusulas bancarias abusivas; para evitar que una situación no deseada  (el paro estructural o coyuntural, un drama en cualquier caso) te convierte en un perdedor definitivo que tiene que responder ante las entidades financieras no sólo con el bien hipotecado sino hasta con el salario que ya ni siquiera se percibe, o con el pobre subsidio del paro.      Tenemos la impresión de que, al menos por una vez, y ojalá sirva de precedente, sus somnolientas señorías han despertado, han abierto la ventana que da a la Carrera de San Jerónimo y a calles cercanas, y han visto a ciudadanos cabizbajos, preocupados, como hormigas anónimas en la desesperanza, como descreídos de la política en manos de los políticos. Y han concluido, tras esa llamarada de realismo peatonal,  que eran urgentes e imprescindibles medidas para reconocer la buena fe de la mayoría de los deudores, víctimas de un tiempo en que las entidades financieras funcionaban como tómbolas que regalaban la chistera a los incautos pero se quedaban con el conejo del embargo si las cosas no iban bien.      En fin, que celebramos que, en la prórroga fatigosa del Debate sobre el Estado de la Nación, el sentido común haya entrado en el Congreso de los Diputados, y los representantes de la soberanía popular se hayan puesto de parte del pueblo. Ya estaba bien de hablar de privilegios y de descansos, de sueldos y de jubilaciones, de hacer “novillos” en los escaños y de blindarse en las listas cerradas. Hoy, señorías, se han ganado ustedes el sueldo. Y se lo han ganado por el camino más corto y democrático, que es el que lleva a poner coto a los abusos de los poderosos, y a defender a las víctimas de la puñetera crisis.