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La extraña pareja: Aguirre y Cascos ponen de los nervios a Rajoy

La extraña pareja: Aguirre y Cascos ponen de los nervios a Rajoy

lunes 12 de septiembre de 2011, 08:41h
Tras cenar dos veces en Asturias, Esperanza Aguirre y Francisco Álvarez Cascos se sienten más cercanos que nunca. Dos reuniones de amigos junto a un pequeño grupo de fieles en las que se criticó y mucho al presidente del PP, tanto por el comportamiento que había tenido para el antiguo vicepresidente de José María Aznar como por la estrategia que viene manteniendo frente al gobierno de Rodríguez Zapatero y el Partido Socialista.
La presidente madrileña y el presidente asturiano comparten las mismas ideas, tienen parecida forma de gobernar, los dos representan a una derecha liberal, a los dos no les gusta Mariano Rajoy o mejor dicho, a los dos no les gusta la forma que tiene Rajoy de moverse al frente de la oposición, por más que reconozcan que el político gallego tiene todas las posibilidades de sentarse dentro de unos pocos meses en el palacio de La Moncloa como presidente del gobierno de la Nación. Una y otro forman hoy por hoy una extraña pareja, uno de esos dúos con enorme personalidad y experiencia capaz de alterar el equilibrio emocional y político del más pintado, aunque este sea gallego y haya demostrado que la paciencia y la fría espera son dos de sus grandes virtudes. A la líder popular no le importa que su amigo y ex compañero de partido haya decidido traer su Foro asturiano a la Comunidad madrileña para disputarle unos votos al PP y a su cabeza de lista en los próximos comicios generales en los que Rajoy se dispone a conseguir una cómoda mayoría absoluta, y con ella y con los resultados de las pasadas elecciones autonómicas y municipales el mayor poder territorial del que haya gozado formación alguna en los últimos 30 años en nuestro país. Cascos no está de acuerdo con la reforma constitucional que han impulsado los dos grandes partidos para poder hacer frente a la durísima crisis económica y a las imposiciones que les han hecho desde Berlín y desde Bruselas para que el nivel de deuda asumible por España aparezca reflejado en el futuro en el artículo 135 de la Constitución. Es una excusa como otra cualquiera, una forma de decirle a su antiguo compañero de Gabinete bajo el mando de José María Aznar que le quiere devolver el "favor" de no haberle apoyado en su deseo de encabezar la lista del PP en Asturias frente al aparato del partido que controlaba el alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, y que le llevó al "exilio" y a la formación de un nuevo y exitoso partido regional. El presidente del PP y sobre todo su secretaria general, Dolores de Cospedal ( una mujer con mano de hierro dentro de guante de seda y que aspira a convertir en referencia de gobierno su gestión en Castilla-La Mancha y a la que habrá que tener muy en cuenta cuando se hable de la sucesión de Rajoy ) aceptaron el reto que les planteó Alvarez Cascos creyendo que al final el ex-ministro no conseguiría los votos necesarios para ganar y gobernar. E incluso aceptaron que si lo hacia se mantendría alejado de las grandes apuestas nacionales. No ha sido así y si bien el ex-secretario general de los populares no tiene aún a la persona que pueda encabezar la lista madrileña por el Foro el próximo 20 de noviembre, los votos que consiga irán en detrimento de Mariano Rajoy, quien con la victoria asegurada puede que consiga menos votos que la actual presidenta madrileña. Un guiño electoral y nada más pero suficiente para que en la sede nacional de los populares en la calle Génova hayan sonado voces pidiendo a su presidente que de un escarmiento a la " revoltosa" Aguirre, algo a lo que Rajoy se ha negado siguiendo la táctica de la que ha hecho gala en todo este tiempo que va desde el Congreso de Valencia a las futuras elecciones generales. Esperanza Aguirre no tiene nada que perder. Está decidida a que ésta sea su última Legislatura como presidenta de la Comunidad tanto por el tiempo que lleva en el poder como por lo delicado de su salud. Dos cosas que le hacen tomarse los problemas que debe afrontar dentro de la crisis económica y la necesidad de hacer sacrificios en el Presupuesto, y las posiciones que adopta tanto hacia el exterior como hacia el interior de su partido con una enorme tranquilidad. Controla al PP madrileño de principio a fin. Ya se terminaron sus choques con el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, a quien ve más en un futuro Gabinete de Rajoy que al frente del Consistorio de la capital. Ha demostrado que mantiene el bastón de mando con firmeza al premiar y castigar a los consejeros de su antiguo gobierno: premio gordo para su mano derecha, Ignacio González; medio castigo para Antonio Beteta - también a la espera de que se marche al gobierno central en el mes de diciembre - y castigo grande para Francisco Granados al que mantiene como secretario general del partido dado su conocimiento de los militantes y la necesidad de volver a confeccionar una lista electoral de acuerdo con los criterios que envíe Mariano Rajoy y procure llevarlos a cabo Ana Mato. Y si Esperanza Aguirre controla el PP madrileño, Francisco Alvarez Cascos domina con contundencia el recién nacido Foro asturiano. Puede que crezca a nivel regional en los próximos cuatro años, puede que sea un espejismo en ese mismo periodo de tiempo y que en el año 2015, con un PP controlando el mayor poder territorial que un partido hay tenido nunca en nuestra democracia, se desmorone; y puede que dado el desapego que los ciudadanos están mostrando hacia los dos grandes partidos, el Foro pase a ser una fuerza más nacional a imagen y semejanza de lo que está ocurriendo en Navarra con la Unión del Pueblo Navarro y en el resto de España con la UPyD de Rosa Díez, otro partido que puede hacerle perder votos a Mariano Rajoy en Madrid. Queda otra posibilidad, quizás la más deseada por muchos, la más racional y por la que ha apostado Esperanza Aguirre de forma pública y reiterada: que el Foro de Alvarez Cascos se integre en el PP, que el que fuera secretario general del centro derecha español vuelva a sus orígenes y se refuerce así la unidad de esa opción frente al resto de las fuerzas políticas y sobre todo del nuevo PSOE que salga de las urnas el 20-N, sea cual sea el resultado, y sea cual sea su futuro equipo dirigente, bien con Alfredo Pérez Rubalcaba, bien con Carmen Chacón, bien con cualquier otro líder, ya que todo dependerá de cual sea el resultado. No es fácil que eso suceda. Las heridas que se han abierto entre Cascos y Rajoy son profundas, con varios miembros del antiguo equipo que llevó al PP al poder divididos en dos bandos: por un lado están los que apoyan a Rajoy de forma decidida, como son Javier Arenas y Federico Trillo; y por otro los que mantienen su confianza en las siglas pero desconfían de su líder, como son José María Aznar y Jaime Mayor Oreja. El que hoy y dada la situación general de la economía parece más importante, Rodrigo Rato, intenta mantener la equidistancia, llevándose bien con Rajoy y su equipo económico, y al mismo tiempo conservando unas estupendas relaciones con Alvarez Cascos y con Esperanza Aguirre. Más fuera de juego aparecen otros nombres que en el pasado fueron importantes y que ahora, por diversos motivos personales y profesionales, se han quedado en  las orillas del poder central del PP: Eduardo Zaplana, Francisco Camps, Ana Palacio, Ana Pastor e incluso Alberto Ruiz Gallardón. Una corta pero importante lista de damnificados, de "víctimas" que el registrador de la propiedad y casi seguro presidente del Gobierno tiene en su armario.
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