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Al PSM le sale un grano en Leganés

miércoles 25 de julio de 2007, 17:13h
Mucho antes de que se iniciara oficialmente el proceso electoral que concluyó con el dibujo de un nuevo mapa electoral en la Comunidad de Madrid, con más PP y menos PSM en el Parlamento autonómico  y en muchos municipios de la región, el entonces secretario general de los socialistas madrileños, Rafael Simancas, fijó sus ojitos en su compañero de escaño Rafael Gómez Montoya, señalándole como uno de los elegidos y preferidos del jefe,  y adelantó su nombre como candidato a la Alcaldía de Leganés. Entonces, en muchas agrupaciones del PSM estaban en sus debates internos sobre  primarias y aspirantes y ya se estaban gestando los primeros choques, nunca públicos,  entre los fieles a la Ejecutiva Federal liderada por José Luis Rodríguez Zapatero y los  contrarios a los nombramientos mediante el sistema digital de designaciones a dedo y a gusto del que manda. Cuando todo eran dudas en muchos sitios, ya se conocía la apuesta socialista en Leganés, a pesar de la oposición de muchos los afiliados de esa localidad.

El candidato de Simancas se impuso y se extendió  la división entre los socialistas de Leganés. El día de las elecciones, los vecinos de Leganés concedieron el primer lugar al PP, seguido del PSM y de IU y, cuando todos esperaban que el elegido de Simancas fuese investido alcalde -debido a que la suma de la izquierda aventaja en uno a los ediles del PP- la elegida fue la edil popular Guadalupe Bragado, porque los ediles  de IU pasaron y no le dieron su voto. No  nos hemos enteramos todavía si los culpables del dislate fueron los de la coalición o la poca capacidad de diálogo del que esperaba recibir a la primera el bastón de mando municipal. Más tarde, el amante del diálogo consigo mismo, o sólo con los que comulgan con sus ruedas de molino,  consiguió la Alcaldía después de echar a Bragado, una vez que hizo las paces con todos los necesarios para alcanzar su meta. Después, dejó fuera de su Gobierno a cuatro concejales de su lista electoral a los que no les agradó que el número uno fuese elegido directamente por el entonces jefe del PSM.

Ya había empezado la crisis, Simancas no era secretario general y la ministra Cristina Narbona presidía la Gestora que convocó el Congreso Extraordinario en el que se decidirá, el próximo viernes, el nombre del nuevo jefe del socialismo madrileño. Gómez Montoya, que ya era miembro de la Gestora y se había decantado por uno de los aspirantes, tomó la discutida decisión de suspender un pleno porque había más de los contrarios que de los partidarios. Faltaban los cuatro  excluidos, los mismos que le vienen dando caña desde que Simancas le ungió como alcaldable y que están dispuestos a defenderse por tierra, mar y aire. A menos de dos días de la inauguración de su Congreso Extraordinario, al PSM, además de crecerle los enanos, le ha salido un grano en Leganés.

La curación única no es extirpar, hay cremas de uso  tópico que ayudan a su progresiva reducción hasta conseguir su eliminación, pero, como dicen algunos de los que están encantados con que “salgamos de la crisis sin que haya víctimas”, “no sé si sabremos suprimir ese grano, porque la única pomada que conocemos es la vaselina. Es la que más se usa en estos momentos”.
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