Cataluña no funciona

El aeropuerto, las carreteras, los trenes, la luz, las redes eléctricas... No hay día en que no haya una nueva noticia de desastres en Cataluña, con el consiguiente problema para los ciudadanos y para los turistas y un deterioro grave de su imagen en España y fuera de España. Pero ¿qué es lo que funciona hoy en Cataluña? Hasta hace algunos años, muchos españoles hemos mirado a Cataluña como un ejemplo de innovación, de buen trabajo, de modernidad. Los Juegos Olímpicos del 92, con el apoyo de los recursos de todos los españoles, dieron la vuelta de arriba abajo a una ciudad ya grande como Barcelona. Decir Barcelona era decir cambio, innovación, diseño, calidad. ¿Qué se ha hecho desde entonces o, mejor, que no se ha hecho desde entonces y quiénes son los responsables?

No hace mucho, un alto responsable de una escuela de negocios me decía que "hoy, si quieres ser un referente, tienes que estar en Madrid". ¿Qué es lo que ha pasado en estos años para que Madrid sea la imagen del cambio y de las oportunidades de negocio sustituyendo a Barcelona? ¿Por qué muchas empresas abandonan Barcelona y se trasladan a Madrid? En estos últimos quince o veinte años, Madrid, que era una comunidad sin proyecto de futuro, se ha transformado. Y no ha contado con un significativo apoyo de los Gobiernos de turno. Más aún, en los años de gobierno socialista en el Estado y popular en la comunidad, Madrid ha sido maltratada en los presupuestos y en las inversiones. Pero el ayuntamiento y la comunidad no sólo han generado un clima empresarial positivo sino que han invertido en infraestructuras y en desarrollo. En Cataluña da la sensación de que los políticos han estado más preocupados de los principios que de los ciudadanos. En la guerra por ver quién era más nacionalista, el Estatuto ha sido más importante que los problemas reales. Un año después de su aprobación se confirma que el Estatuto no resuelve los problemas, porque éstos necesitan otras soluciones.

Mientras, los responsables de la Generalitat están de vacaciones, el Ministerio de Fomento sigue mirando a otro lado y su excelsa ministra recomienda "paciencia" a los ciudadanos afectados. Los datos indican cosas muy claras: el Estado invierte muy poco en infraestructuras, pero no sólo en Cataluña, sino en toda España y eso se ve en las carreteras, en los aeropuertos, en las redes ferroviarias, eléctricas y en las de nuevas tecnologías, por ejemplo. Es más rentable a corto plazo el cheque-bebé que mejorar una carretera. Pero hay autonomías -País Vasco, Navarra, Madrid, Baleares...- que en los últimos seis años han recibido diez o veinte veces menos que Cataluña y que han mejorado la oferta de servicios a sus ciudadanos.

Cataluña ha gestionado recursos muy importantes durante estos treinta años y no lo ha hecho bien. Los resultados cantan. Echar la culpa siempre a papá Estado es un recurso que funciona electoralmente. Pero el victimismo acaba convirtiéndose en un cáncer social. Tal vez haya que redefinir el papel del Estado y el de las autonomías y abrir un debate político sobre los problemas reales de los ciudadanos. Pero si Cataluña no funciona, algo tendrá que ver la política que han hecho estos años desde la Generalitat los convergentes y el tripartito.