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Ahora Euzkadi

viernes 31 de agosto de 2007, 11:13h

            Las manifestaciones de Manuel Fraga sobre la sucesión en el partido popular y la crisis inducida en CDC para no perder el electorado más nacionalista, han desviado la atención del gran problema, profundo, complejo y permanente de la situación en Euzkadi con la magnitud añadida por la actividad terrorista de ETA y de sus secuaces que, con sus silencios cobardes o cómplices, impiden que los ciudadanos vascos se pronuncien sobre su futuro con absoluta libertad, libres de cualquier coacción o manipulación. El previsto y ansiado abandono de Rosa Diez y su pretensión de crear un nuevo partido político, ha sido una anécdota más para añadir a aquella realidad social y política enreversada, en la que confluyen elementos, especialmente el terrorismo y otras violencias, que distorsionan una dinámica que pueda considerarse normal. Y pese a estas dificultades, se hace necesario analizar y proponer soluciones para privar a los terroristas de cualquier apoyo social y excluir cualquier perspectiva de solución por vías violentas. Cerrada la un tanto estrambótica situación poselectoral en la vecina Navarra con una penosa solución para socialistas y otros grupos de la izquierda, indefectiblemente se va a remover en las próximas semanas el asunto vasco   

            Cuando a mitad de Julio y en plena desbandada vacacional Josu Jon Imaz publicó aquél artículo “No imponer, no impedir” en “El Correo”, se produjo una momentánea explosión de comentarios y análisis que ponían en el fondo una crisis de estrategia que estaría afectando al PNV como factor inesperado y aflorado en los últimos meses. Sin embargo, estas diferencias en el tratamiento del problema vasco se venían  arrastrando desde tiempos constituyentes en los que ya contendían dos proyectos, ambos posibilistas y sobre la misma base de pacificación del país vasco, pero de muy distinta proyección temporal. La escisión algún tiempo después de EA puso fin del modo menos conveniente a las discrepancias Lo que ahora es distinto y le da una mayor trascendencia a la situación, es que uno y otro proyectos sobre el futuro de Euzkadi amparan las pretensiones de liderar el PNV por parte de Imaz y de su rival Egibar, o de algún otro candidato, cuestión que deberá resolver la Asamblea que celebrará el partido el próximo Diciembre junto con el debate y aprobación de las cuatro ponencias que se vienen elaborando, todas ellas importantes, pero destacando la política porque en ella se proponen las bases para dar una salida pactada a las pretensiones nacionalistas sobre la base del documento de octubre de 2005, que parece ser el texto de referencia para el actual presidente peneuvista Imaz, que apuesta por el pacto y la integración en el marco legal y constitucional. Así lo ha reiterado hace unos días en otro artículo que fundamenta en la transversalidad, el pacto y la centralidad: todo un exponente de la inteligencia política y el sentido común de José Jon Imaz.

            Es cierto que el lehendakari Ibarretxe parece tener un proyecto algo distinto, reproduciendo en buena parte su plan fallido que salió del parlamento vasco con una mayoría que no era representativa de la realidad política vasca. Ahora, parece que todos están de acuerdo en que hay que alcanzar un amplio consenso entre las fuerzas políticas sin condiciones previas ni vetos insalvables, aportando proyectos que sean compatibles y hasta compartibles, y excluyendo del futuro inmediato posiciones maximalistas: es lo inteligente y lo que dejaría sin soporte ideológico a los etarras.

            Pero ya se ha dicho que la realidad política vasca es muy compleja y enreversada, y la proximidad de las elecciones legislativas y de las internas de los partidos, de las que dependen los apoyos parlamentarios, resucitan divergencias soterradas bajo el ejercicio conjunto del poder. Esta es la interpretación que debe darse a la dura intervención de Begoña Erratzi dirigida contra el presidente peneuvista y desacreditando la triple propuesta de de éste, que tildó de entreguista.

            Las próximas semanas quizá aclaren esta situación que tiene como un elemento notablemente perturbador la amenaza terrorista. Pero pretender que la cuestión vasca se resuelva con la sola concurrencia de los partidos soberanistas frente al Estado, parece un dislate que nunca servirá para encontrar una solución. Tal planteamiento parece más  bien enfocado a marcar diferencias entre partidos y liderazgos. Cierto que, a veces, el deseo no va acorde con la realidad, pero en esta ocasión, quiero confiar en que sea así.

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