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Las "trincheras" enfilan a Savater y Rosa Díez

viernes 31 de agosto de 2007, 12:25h
   Las "trincheras" ya han comenzado a disparar. Las terminales mediáticas del PP y del PSOE, los siempre entusiastas  "cazarecompensas" y los  regimientos del  "Agiprop" (En España ha resucitado el concepto leninista de periodismo como Agitación Prensa y Propaganda al servicio del partido) apuntan sus armas a un blanco por una vez compartido: el nuevo partido en trance de alumbramiento encabezado por Fernando Savater y Rosa Díez.

   Las "trincheras" afirman como esencial argumento que puede poner en peligro el triunfo  de los suyos, objetivo y misión sacra, a lo que se ve, de los periodistas trasmutados en abanderados de Iwo Jima. Que pueden quitarles votos. Expresión con la que los partidos y sus voceros descubren su absurda creencia de que los votos (al igual que tantas cosas que también supone suyas como poder, cargos y hasta la democracia misma) les pertenecen. Y no. Los votos son de la gente, de cada uno, de los ciudadanos. El voto es libre, no es propiedad de ningún  partido. Es casi lo único que nos queda y desde luego el "voto" no tiene la obligación de ir al PP o al PSOE o al nacionalista que campea por la zona con la cuchara de rebañar.

   El partido que está por anunciarse y al que se ha adherido Rosa Díez, con coherencia, dignidad y honradez (su renuncia al escaño le honra tanto a ella como avergüenza a mas de uno que ahora la critica pero que huyó con el suyo en el bolsillo) es un intento inequívoco de izquierdas,  un grito que exige el derecho de ya veremos cuantos ciudadanos a ser de Izquierdas sin tener que renunciar a los principios esenciales que para ellos supone la izquierda. Sin  tener que abjurar de una idea de Nación,  sin tener que avergonzarse de España, ni de su lengua, ni de su historia. Asumiendo un pasado común  por muy traumático que sea, una Constitución generosa y feraz que lo ha superado y un futuro por en el luchar por la justicia , por la igualdad como ciudadanos de un mismo Estado. Y aunque pueda resultar sorprendente, en la Europa del siglo XXI, también por la libertad, por plantar cara al crimen terrorista y a sus cómplices sin ningún complejo y con toda la fortaleza de seres humanos pacíficos, demócratas y libres. A ser de izquierdas, vamos, sin tener que ser del PSOE o de esa cosa de Izquierda Unida, donde no queda ya un rastro de aquel fuerte PCE de la transición, la inteligencia, la generosidad  y la lucha. A desmontar, y ahí es donde duele, el axioma de que o eres de ZP o eres de derechas y hasta facha. Cuando a veces lo verdaderamente reaccionario y regresivo es lo que hace, dice y ejecuta el PSOE.

   La reacción es arisca y desabrida. Hay razón: descubre y señala, desde la izquierda, la genuflexión de un partido como el PSOE ante la ideología nacionalista, su sumisión ante sus imposiciones y exigencias e incluso su conversión ya no en aliados sino incluso en protaestandartes, como en el caso de Cataluña, renegando de raíces, principios, señas de identidad y de las gentes que les votan. Desde el PP porque  consideran sacrilegio cualquier otras posibilidad que no sea la unirse a su mesnada. Suponen como los otros que no estar con ellos es ya estar contra ellos. O sea, la misma tentación absolutista y maniquea que sus íntimos rivales. Quizás algún día y algún iluminado piense que tal vez sería interesante poder hablar con alguien y hasta pactar una alcaldía.

   A Savater y a Rosa Díez y a todos los que cometan la osadía de apoyarles les espera fuego graneado desde todas las trincheras y no les digo nada de los señoritos nacionalistas, esos intocables señores a los que unos y otro rinden pleitesía. El tiroteo no ha hecho más que comenzar. Y claro, ante tal granizada casi no queda otro remedio  que compartir las balas. Pues es, que me apunten.
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