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Calvario navideño (II): El timo de la lotería

Calvario navideño (II): El timo de la lotería

jueves 15 de diciembre de 2011, 16:26h
Todos los años te haces el mismo propósito. Esta Navidad no compro ni una maldita participación de lotería por más compromisos que tenga. Vamos, ni una. Mis dos o tres décimos de todos los años y pare usted de contar, que no está el horno para bollos. Ya está bien de regalarle el dinero al supermercado, a la cofradía de turno, al colegio de los huerfanitos, al limpiabotas de la Avenida o a la ONG de ayuda a los niños subsaharianos. Ni un euro más. Lo juro. Ja. A estas alturas de la película, cuando aun falta una semana para el sorteo de Navidad, ya tienes en la cartera un docena de participaciones de distintos números en las que te has gastado la friolera de cien euros. Yo no sé lo que ocurrirá en el resto de España, pero en Sevilla lo de las participaciones es todo un mundo inescrutable. No hay cofradía, bar, restaurante, supermercado, tienda o limpiabotas que no te ofrezca un boleto de tres euros con ese número acabado en una cifra mágica, ya sea el 13 o el 69, que te enganche no vaya a ser que...Y picas, vaya que si picas, sabiendo, como sabes de antemano, que nunca toca y, si toca algo, el reintegro o la pedrea, va a ser difícil que la cobres porque siempre resulta que la oficina bancaria que la paga está a una decena de kilómetros de tu casa y no te compensa el desplazamiento para los nueve o diez euros que te han correspondido en suerte.

A mí todo este rollo del sorteo de Navidad me ha parecido siempre un paripé más propio del franquismo, de la España de la postguerra y de la cutrería más rancia. Parece que siempre les toca el gordo a una pandilla de necesitados y es falso, absolutamente falso. A quien más le toca, aplicando la ley de probabilidades, es a quien más juega, es decir a aquellos que ha invertido un mínimo de tres o cuatro mil euros en décimos y, desde luego, no han comprado ni una participación de tres euros como las que llevamos usted o yo. Lo que pasa es que en la tele, el día 22 quienes siempre salen son los cuatro pringaos, casi siempre en paro, que se van a embolsar cincuenta mil o cien mil euros, que no está mal, pero que no le van a solucionar la vida ni mucho menos. Eso sí están una hartá de contentos y brindan con cava o con sidra El Gaitero como si se hubiesen embolsado varios millones. "¿Y ustedes en qué van a invertir el dinero?", les pregunta la becaria de turno.  Y ellos, como si fuesen Bill Gates, hablan de pagar las trampas, de comprarse un coche, un piso y hacer un viaje a Disneylandia con los niños. No saben los pobres míos que esos cincuenta mil euros que les han tocado no se estiran y dan para lo que dan. Más bien para poco que ya se sabe lo que dura la alegría en la casa del pobre. En un año han desaparecido como por arte de magia y todos los que brindan el día 22 con cava vuelven a la cruda realidad.

Será por deformación profesional pero es que, además, para mí lo que retrasmiten radios y televisiones el día 22 es absolutamente deprimente. Desde el sorteo en sí con los Niños de San Ildefonso poniéndonos la cabeza como un bombo con su monótona cantinela de cuatro o cinco horas "sesentayodosmilcuatrocientosveinticiiincoooo...miiiiil éurooos", sus equivocaciones, sus pérdidas de bolas, hasta las conexiones de radios y televisiones con las ciudades agraciadas y las administraciones donde se han vendido los premios grandes. Sólo hay un acto en todas las Pascuas que supere en tópicos al Sorteo de Navidad, la Cabalgata de los Reyes Magos con su cortejo de la ilusión, la caravana de la alegria y la noche mágica de los zapatos, el anís y el carbón. El día 22 la pregunta más repetida y tópica del sufrido periodista al que le ha tocado "el gordo" de cubrir la información de sorteo es la de "¿y cómo van a celebrarlo?". Es para responderle "so gilipollas, pues dándonos una cena por todo lo alto y agarrando una papa de cuidao. Y mañana, Dios dirá". Por si acaso voy a hacer de adivino y les aconsejo que compren un número terminado en cinco y no por la procaz rima. Me da a mí que, tal y como están las cosas, este año van a ir por ahí los tiros. Ustedes mismos y que tengan la mejor de las suertes. Eso sí, por favor, que nadie me venga con el famoso dicho del que no les toca de "la mejor lotería es el trabajo y la economía", porque, tal y como está el panorama, ni uno (el trabajo) ni otra (la economía) están como para confiar en ellos.
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