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Las cosas, claras, y el chocolate, nacionalista

Las cosas, claras, y el chocolate, nacionalista

jueves 12 de enero de 2012, 12:35h
No hace un mes Diariocrítico me honraba con la publicación de un artículo de opinión en el que se defendía la necesidad de una Ley de Claridad del Parlamento Europeo, una decisión legislativa a modo de la "Clarity Act" aprobada por el legislativo canadiense en el año 2000. Dadas las evidentes limitaciones de mi pluma y mi escasísimo sentido de la oportunidad, tal artículo, publicado un día después de las elecciones pasó desapercibido hasta para el que esto suscribe, pero hoy los acontecimientos vuelven a poner de manifiesto un futuro más que probable.

Como ya saben en 1906 existían en Europa 24 estados soberanos. En 1956 ya eran 34, y en el 2006 los estados sumaban 47. Hoy podríamos contar hasta 54 si incluimos la República Turca del Norte de Chipre, Absajia. Kosovo u Osetia del Sur. Pero en Europa se han catalogado hasta 234 lenguas distintas, y si a cada una le corresponde una nación soberana la fragmentación del feudalismo nos acabará pareciendo cosa de risa en un mundo de gigantes geopolíticos y económicos. Y en una Europa  con una miríada de enanos gobernada con mano de hierro en guante de acero por el Bundeskanzler o la Bundeskanzlerin de turno.

La Ley de Claridad canadiense establecía las condiciones para la autodeterminación y secesión de Quebec, y en concreto vetaba la ambigüedad en la pregunta del referéndum, exigía una clara mayoría (y no sólo una simple) a favor de esa secesión y una evaluación cualitativa necesaria de esa mayoría para determinar sus circunstancias, considerando a la Cámara de los Comunes de Canadá el único interprete válido de esa desambiguación y de la cuantificación y cualificación de esa mayoría. 

En España la Constitución no admite más referéndum que los previstos en los artículos 167, 168, 151.2 para aprobación o reforma de los estatutos de autonomía o la incorporación de Navarra al País Vasco, además de los consultivos o no vinculantes del artículo 92, pero no parece que eso vaya a frenar a los NPI (Nacionalistas Periféricos Ibéricos) en sus reivindicaciones. Por eso, augurando futuras mayorías peneuvistas sumadas a los de Amaiur (o viceversa), es necesaria una decisión legislativa del Parlamento Europeo que establezca que la secesión es una cosa muy seria y que no se pueden repetir casos como la declaración unilateral de independencia del Parlamento de Kosovo en el 2008. De hecho, conociendo los precedentes balcánicos, la "Clarity Act" europea necesitaría un añadido sobre el resultado del referéndum en los diferentes distritos electorales incluidos en la patria proyectada, de modo que si el territorio histórico de Álava, o el de Vizcaya, votarán "no", habría que respetar su derecho a decidir, y no se les podría imponer la decisión de independizarse, sin que eso pueda considerarse un caso de charcutage o de gerrymandering, porque precisamente se trataría de distritos electorales preexistentes a esa Ley de Claridad. Más bien sería utilizar los argumentos de la autodeterminación o el derecho a decidir contra quienes los esgrimen hoy como banderas, del mismo modo que un buen judoka utiliza la fuerza y el peso de su oponente para vencerle.

Ahora es Escocia, unida a la Gran Bretaña con la llamada Acta de Unión de 1707, la que puede, como Kosovo, acabar siendo un pequeño territorio marginal y excéntrico, cosas que ya es, pero además deslumbrado con el espejismo de la independencia. Alex Salmond, nacionalista, ministro primero de Escocia y líder del gobernante Partido Nacional Escocés ha proclamado que el referéndum de independencia será convocado en otoño de 2014. La polémica entre Alex Salmond y David Cameron se centra en el calendario de la consulta y en la pregunta planteada a los escoceses, que Londres quiere clara en su formulación, planteamiento y alternativas. Michael Moore, ministro británico encargado de Escocia (al parecer nada que ver con el Michael Moore norteamericano director de Fahrenheit 9/11 o Bowling for Columbine) ya se ha plantado advirtiendo a los independentistas que el Parlamento de Escocia "no tiene poder ni soberanía para convocar ningún tipo de referéndum, aunque sea solo consultivo", pero obviamente los nacionalistas escoceses del SNP no aceptan la opinión de ningún otro, pues sólo ellos, los únicos verdaderos patriotas, se consideran los legítimos portavoces del espíritu y la voluntad de Escocia.

Aún sin poseer la visión profética de Casandra es fácil advertir que el ejemplo cundirá desde la Padania a Córcega, de Flandes a Bretaña, entre los lapones y los gallegos. Puede que hasta en el irredento Cantón de Cartagena. Para que Europa no se convierta en una caterva de diminutos estados fallidos, creyéndose soberanos mientras bailan al son de la Bundesbatuten necesitamos una política exterior que defina sus prioridades y se adelante a los acontecimientos con iniciativas audaces. Las cosas claras, que el chocolate ya se sabe.
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