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Fraga, la historia acabada de un hombre temperamental

Fraga, la historia acabada de un hombre temperamental

domingo 15 de enero de 2012, 23:26h
Tenía casi 90 años y había sobrevivido a su mujer, María del Carmen Estévez Eguiagaray, 16 años desde el fallecimiento de ésta, en febrero de 1996. Y ahora él, Manuel Fraga Iribarne (Lugo, 1922), ha pasado ya a la historia: acaba de fallecer tras una vida de una intensidad inigualable.
Fraga era el primogénito de una familia numerosa de doce hijos compuesta por el matrimonio Manuel Fraga Bello y María Iribarne. El padre provenía de una familia muy humilde, que acabó emigrando a Cuba; la madre era hija de Pierre Iribarne, maestro albañil vasco-francés, y de Marie Louise Duboix, vivió parte de su vida en el pueblo de Ostabat-Asme hasta que también emigró a Cuba, con sus hermanos, en busca de mejor fortuna, y allí fue donde los padres de Fraga se conocieron y se casaron. El matrimonio viajó de vuelta a Villalba (Lugo) con el fin de establecerse con el dinero ganado en Cuba. Y allí, en Villalba, nació Manuel Fraga.
         Fraga pasó su infancia en Galicia. Comenzó los estudios a los diez años, cursando por libre ingreso y primero de bachillerato. Estudió en el Instituto de La Coruña y en un colegio subvencionado de Villalba. Los dos últimos años los pasó en el Instituto de Lugo y realizó el examen de Estado en Santiago, obteniendo premio extraordinario. Era el inicio de una brillante -sin duda- carrera universitaria.
 
Primeros contactos políticos
 
Fraga realizó los primeros contactos políticos en su adolescencia. Su padre, de derechas, claro, fue nombrado alcalde de Villalba durante la dictadura del general Miguel Primo de Rivera (1923-1931). Cuando llegó la II República (abril de 1931) dimitió de su cargo debido a sus profundas convicciones religiosas. En 1933 fue nombrado presidente de la Junta del partido Acción Popular y dirigió las campañas electorales de los años 1933 y 1936, de modo que Fraga pudo ver en su padre a un dirigente de derechas con autoridad y una gran capacidad de organización.
         Pasó la guerra civil y Fraga Iribarne se preparó para acceder a la Universidad. Se presentó al premio provincial de Lugo y lo ganó con el tema El final de la guerra española. Entró en la Universidad de Santiago de Compostela y cursó primero de Derecho en 1940. Allí conoció a Carlos Ruiz del Castillo, del que recibió clases de Derecho Político, asignatura por la que sentía especial predilección. Ruiz del Castillo fue trasladado a Madrid y Fraga lo siguió. Estudió su segundo curso de carrera en la Complutense, donde conoció a Gonzalo Fernández de la Mora, que lo apodó "El tractor Thompson" o "El monstruo", por su vitalidad y su dedicación al estudio. Durante este periodo, Fraga se sentía identificado con la dictadura de Franco, aunque bien es cierto que consta que se destacara como un ferviente militante. En estos años fue, durante un curso, delegado universitario y miembro de la Junta directiva de Los Luises, que pertenecía a la congregación Mariana de los Jesuitas. Y allí conoció al padre José María Llanos, fundador de Comisiones Obreras y futuro militante del Partido Comunista de España, la gran 'bicha' del franquismo.
         Fraga, cómo no, odiaba en esos tiempos a los comunistas hasta el punto de declarar "No volveré a hablar en mi vida con un comunista". Sin embargo, cosas del destino, su hermana Ana estuvo próxima al PCE, su confesor era de CC.OO. y varios de sus amigos de la década de 1950 colaborarían después con los comunistas para formar Coordinación Democrática. En abril de 1977 declaró: "La legalización del Partido Comunista me parece un grave error político y una farsa jurídica", pero el 27.10.1977, a petición propia, presentó una conferencia de Santiago Carrillo en el Club Siglo XXI de Madrid que dio la vuelta a Esdpaña y al mundo. Era, sin duda alguna, la imagen viva de la reconciliación y, sin duda alguna también, un gesto impagable para que la transición democrática pudiera seguir su curso.
         Pero, volviendo a la historia, en 1944 terminó su carrera y comenzó una vertiginosa ascensión hacia el poder sin detenerse ante nada, por encima de amistades y de ideologías. Durante las décadas de 1950 y 1960 llevó una vida ordenada, viviendo para mandar. Pronto comenzó a ocupar una larga lista de cargos oficiales, éstos son los más importantes: letrado de las Cortes (1945), diplomático (1947), subdirector del Seminario (después Escuela) de Estudios Hispanoamericanos Contemporáneos (1948), catedrático de Derecho Político en la Universidad de Valencia (1948), director de cursos organizados por la Universidad de Madrid para universitarios norteamericanos (1948-1950), secretario general del Instituto de Cultura Hispánica (1951), director del curso Problemas Contemporáneos en la Universidad Menéndez Pelayo, de Santander (1953), en la cual dirigió después un curso de Corporativismo Universitario (1958); catedrático de Teoría del Estado en la Universidad de Madrid (1953), secretario nacional del Consejo Nacional de Educación (1953), secretario de la Comisión Española de Cooperación de la Unesco (1954); secretario general técnico del Ministerio de Educación Nacional (1955, siendo titular Joaquín Ruiz-Giménez); subdirector (1956) y director (1961) del Instituto de Estudios Políticos (1956), consejero nacional de FET y de las JONS (1956), procurador en Cortes (1956); delegado nacional de Asociaciones de la Secretaría General del Movimiento (1957, cuyo titular era José Solís Ruiz); secretario de la Comisión de Asuntos Exteriores de las Cortes (1958-1962), secretario general del Grupo Español de la Unión Interparlamentaria, miembro del Consejo de Estado (1961), del Consejo de Economía Nacional (1961) y del Consejo Nacional de Educación (1959), director del Instituto de Estudios Políticos (1961) y miembro de la Junta política del Partido Único, FET y de las JONS (Semanario Guadiana, nº 107, 26.5.1977).
         Como demuestra esta larga lista, los servicios prestados al franquismo en las décadas de 1950 y 1960 por el entonces falangista Manuel Fraga Iribarne fueron numerosos y variados. Por eso no extrañó a nadie que Franco lo nombrara ministro de Información y Turismo (1962-1969) y, más tarde, embajador de España en Londres (1973-1975). En el primer gobierno de la Monarquía, con Carlos Arias Navarro de presidente, sería ministro de la Gobernación (1975), y con la democracia, además de diputado en el Congreso y diputado en el Parlamento Europeo (1987), presidente de la Xunta de Galicía (elegido en las elecciones de 1989 y reelegido en las sucesivas consultas electorales de 1993, 1997 y 2001).
 
Sus contactos con los incipientes servicios secretos
 
         A lo largo de 1972, Fraga mantuvo estrechos contactos con el entonces comandante José Ignacio San Martín, jefe de los servicios secretos de Carrero Blanco, que intermedió para que Fraga fuera incluido en un nuevo Gobierno. Estos contactos de Fraga con los servicios secretos están suficientemente explicados en el libro de José Ignacio San Martín Servicio Especial (Planeta, 1983): "[Carrero Blanco] me dio pie para que viera a Carlos Robles Piquer, con el que me unían lazos de amistad, en el Hotel Palace. Allí hablamos de que un régimen abierto pero asentado sobre la autoridad podría asegurar la convivencia ciudadana. Comentamos que Fraga podría ser un buen ministro de la Gobernación o de Educación y Ciencia, Ministerio difícil en aquellos momentos de agitación universitaria. Al día siguiente, me parece recordar que era 28 de septiembre de 1972, Carlos Robles organizó una cena en su casa, sin mujeres, a la que asistiría Fraga acompañado de Manolo Jiménez Quilez, excelente persona que, en bastantes ocasiones, había actuado de mediador entre el temperamental Fraga y otros interlocutores de valía. Fue una reunión positiva, en la que confirmé que Fraga, al igual que Carrero, eran honrados a carta cabal y patriotas y que debían entenderse. A partir de entonces Manolo Fraga iría ganando en mi afecto, hoy algo deteriorado porque ha hecho algunas cosas que no me han gustado. En fin, así es la vida".
         Del resultado de esas entrevistas, San Martín escribiría también: "[...] En el hipotético caso de que fuera llamado nuevamente para desempeñar una cartera ministerial, aceptaría las más difíciles, incluida la de Educación y Ciencia. No rehuiría la de Justicia [...] Está dispuesto a colaborar con personas que, aun discrepantes con él, tengan honradez y patriotismo. Cita, a título de ejemplo, a López Rodó [...] No rehuye la oportunidad, sin buscarla, de sostener un amplio y cordial cambio de impresiones con el vicepresidente del Gobierno, a quien respeta y en bastantes cosas admira [...]".
         De aquellos contactos con los servicios secretos, San Martín recuerda lo siguiente: "El 26 de marzo de 1973 me vi con Fraga y fijamos las bases de la conversación con Carrero que debería celebrarse con motivo del envío al almirante por parte de Manolo Fraga de su obra Legitimidad y Representación [...] El día 4 de abril me llamó Fraga para decirme que se celebró la entrevista y que resultó satisfactoria. Y que al día siguiente me ampliaría detalles. En efecto, a las siete de la tarde me entrevisté con él. Estaba muy satisfecho y agradecido por mi intervención en la reconciliación. Vio al almirante muy propicio a ampliar la base participativa. Fraga le aconsejó que partiera, siguiendo algunas de las ideas de Salvador de Madariaga, del ámbito local para seguir en línea progresiva y ascendente a ámbitos territoriales superiores [...] El 11 de septiembre cené con Fraga. Me comentó todo el proceso de su nombramiento como embajador de España en Londres y los motivos de su aceptación, proceso que se inició a través de Fernández Valderrama [...] Luego se interesó porque el servicio montara una oficina en la embajada, a lo que le repliqué que debía plantear el tema a Carrero [...] El día 29 de octubre cerraríamos nuestras relaciones directas en una cena a la que asistieron dos de las personas que irían a colaborar con él. Luego, la inesperada muerte de Carrero y la sustitución de López Rodó por Cortina echarían bastante por tierra todos nuestros buenos propósitos".
 
Anecdotario del Fraga ministro
 
Durante el periodo en que Manuel Fraga Iribarne fue ministro de Información y Turismo se produjeron anécdotas muy significativas que explican el talante y la forma de ser de este político. La anécdota más popular es la siguiente: Fraga convoca a todos los directores de agencias informativas y periódicos de Madrid en su despacho. Don Manuel, como lo llaman sus subordinados, ordena a su secretaria que no le pase ninguna llamada telefónica. Comienza la reunión y de pronto suena un teléfono. Don Manuel, encolerizado, comienza a dar gritos: "¡Es que son idiotas, he dicho que no me pasen ninguna llamada telefónica!". Al tiempo, arranca de cuajo todos los cordones telefónicos. Los directores de los medios informativos que presenciaron el ataque del entonces ministro de Información comprendieron rápidamente cómo era el hombre que tendrían que soportar algunos años.
         Años después, Fraga volvía a ser ministro, esta vez de Gobernación. En esa etapa se sucedieron algunas anécdotas muy significativas, algunas de las cuales son contrastadas, pero otras pueden pertenecer a la leyenda urbana. En todo caso, todas son representativas de su temperamental carácter:
         -Regionalismo: Manuel Fraga recibió a una comisión de políticos catalanes. Inevitablemente, salió el tema del regionalismo. Con esos modos suaves que le caracterizaban, el otrora titular de Información y Turismo se encaró con todo el grupo y preguntó: "¿Regionalismo? ¿Pero ustedes no han leído mi libro?". A la respuesta negativa, Fraga reaccionó con esa celeridad felina que le era congénita. Llamó a su secretario y le dijo: "Tráigame catorce ejemplares de mi libro y catorce puros y déselos a estos señores. ¡Se terminó la audiencia!".
         -Invitación: Se cuenta que Fraga se citó a almorzar con unos periodistas madrileños. Según su costumbre, se explayó sobre sus temas favoritos, dejando poco hueco a las opiniones de los otros. Finalmente, cuando lo juzgó oportuno, y también según sus hábitos, se levantó bruscamente y se despidió. Minutos después le siguieron los periodistas, que pidieron la cuenta al camarero. Éste les señaló que "el otro señor ya pagó". Los periodistas exclamaron: "¡Ah, pagó el señor Fraga!". El camarero: "¿El señor Fraga? ¡No podía ser el señor Fraga!". Los periodistas: "¿Por qué?". El camarero: "Porque me extraña que un hombre como el señor Fraga diga lo que ha dicho". Los periodistas: "¿Y qué es lo que ha dicho?". El camarero: "Pues, déme usted mi nota y la de esos cabrones".
         -Agobios: Un procurador se dirigió al entonces vicepresidente para Asuntos del Interior, Manuel Fraga, al término de la última sesión plenaria y le pidió un aparte para tratar de un asunto concerniente a gobernadores provinciales. Pretendida una respuesta de Fraga: "Pues acompáñame al urinario y allí me lo cuentas, pues tengo un agobio de tiempo tremendo".
         -Comunistas: Nuevo rasgo del temperamento de Fraga. El padre Llanos, su antiguo director espiritual, fue a visitarlo para pedirle autorización en nombre de CC.OO. con el fin de celebrar su Congreso. Reacción furiosa de Fraga: "¡Comisiones está manejada por los comunistas y todos sus miembros son comunistas!" Mirada asombrada y hasta dolorida del sacerdote: "Manolo, que yo soy de Comisiones y no soy comunista" (Anecdotario recogido de la revista Guadiana, nº 107, 26.5.1977).
         Ante las filtraciones informativas, Fraga se enfadó y protagonizó otra anécdota que define aún más su carácter y su temperamento. En esta ocasión fue Cambio16 quien publicó la anécdota siguiente: "Manuel Fraga ha prometido patear a algunos de sus colaboradores ante lo que él ha llamado 'filtraciones informativas'. En una reunión de trabajo con varios de los altos cargos del Ministerio, el vicepresidente del Interior, cuya preocupación principal en estos momentos es el Orden Público, dijo textualmente que había algunas publicaciones que se hacían eco constantemente de sus accesos de ira y que 'eso va a terminar'. Tengan en cuenta, mis queridos amigos -fueron sus palabras-, que a la próxima filtración me veré obligado a patearle los cojones a alguien'".
 
Su ideario político
 
En su libro Estructura Política de España. La vida social y política en el siglo XX (Editorial Doncel, págs. 62 y ss. y 109 y ss.), Fraga resumía cuál era su ideario en los años 50 y 60. A continuación se transcriben algunos párrafos esclarecedores:
         "Tal fue el sentido del Movimiento Nacional, que, desde varias fuentes paralelas, culminó en el gran Alzamiento Nacional de 1936, bajo el caudillaje del General Franco. En él confluyeron, entre otras, dos grandes corrientes de pensamiento: una, de ideario tradicionalista, que aspiraba a la vuelta de nuestra tradición de los grandes tiempos, a las formas de gobierno que habían dado a España mejores días, y, sobre todo, a una visión cristiana de la vida y la sociedad, capaz de enfrentarse al materialismo comunista y a los egoísmos de un capitalismo basado sólo en el provecho económico. La otra gran corriente fue el programa de Falange Española y de las Juntas Ofensivas Nacional-Sindicalistas, dos movimientos de juventud que se habían unificado bajo el mando de José Antonio Primo de Rivera. En ambos latía un profundo sentido de la justicia social: la convicción de que ningún partido o grupo (de "derechas" o de "izquierdas"), identificado con los intereses de una clase, podía resolver los problemas de la convivencia de todas los clases sociales en una nación unida: la critica del sistema de partidos políticos, agrupaciones inorgánicas y apasionadas para la lucha política, que han podido funcionar en países ricos como los anglosajones (donde todos los partidos, son en el fondo, "conservadores") y que en España son siempre látigos, que hostigan a la lucha civil. El Nacional-Sindicalismo proponía un sistema corporativo o funcional, con una representación basada en unidades naturales de convivencia, como son la Familia, el Municipio y el Sindicato, que corresponden al orden generativo y afectivo, al orden local y al orden económico-profesional".
         "Todos estos movimientos culminaban en la decisión de no volver a sistemas fracasados, de evitar la lucha entre los españoles, de garantizar la unidad, grandeza y libertad de la Patria. Por estas ideas lucharon los españoles, y para garantizarlas han creado un régimen sólidamente establecido sobre dichas convicciones y principios [...] Tal es el sentido de la Ley Fundamental de 17 de mayo de 1958, que ha declarado los Principios del Movimiento Nacional, 'entendidos como comunión de los españoles en los ideales que dieron vida a la Cruzada', declarándolos 'por su propia naturaleza permanentes e inalterables' y estableciendo que todos los órganos y autoridades del Estado español vendrán obligados a su más estricta observancia".
         "El partido es, por otra parte, una asociación política que sólo puede vencer siendo muy grande. Una asociación política centralizada, burocratizada, propende a ser mangoneada por unos pocos caciques, es, en realidad, muy poco representativa. En cambio, un sistema de representaciones naturales, basado en las asociaciones familiares, en las asociaciones municipales, en las asociaciones profesionales, puede completarse con otras asociaciones espontáneas en torno a ciertas ideas (por ejemplo, la unidad europea o la promoción de la energía atómica), que, siendo múltiples, favorecerían la representación efectiva y evitarían los peligros de la democracia de masas.
         "En España, la historia del régimen de partidos es trágica. Después de la unidad lograda por los Reyes Católicos (que pusieron fin a las facciones del siglo XV), que duró tres siglos, los políticos españoles se dividieron en las Cortes de Cádiz en absolutistas y liberales. En 1820 los liberales se subdividen en doceañistas y exaltados. Sucesivamente aparecen los carlistas, moderados, conservadores y otros grupos, en el campo de la derecha; los progresistas, demócratas, republicanos, etc., en el campo de la izquierda. En nuestros Parlamentos había minorías minúsculas, sin ninguna posibilidad de gobernar, pero sí la de hacer imposible la vida al Gobierno en turno. El resultado ha sido catastrófico para la paz social y para el progreso técnico y económico, a lo largo de un siglo. Esta experiencia trágica no debe ser olvidada. Los principios del Movimiento han declarado ilegales, por todo ello, a los partidos políticos".
 
Pero todo eso fue agua pasada cuando se inició la transición democrática y Fraga, incluida su presentación del comunista Santiago Carrillo, fue uno de los grandes pilares sobre los que pudo asentarse la democracia. En esta última etapa de su vida ha sido, además del creador de Alianza Popular, que después se refundaría en el Partido Popular, diputado de Alianza Popular, Coalición Democrática y Coalición Popular, respectivamente, por Madrid en las Legislaturas Constituyente (1977-1979, en la que fue uno de los siete integrantes de la Ponencia Constitucional que elaboraron la Constitución de 1978); I (1979-1982), II (1982-1986), y III (1986-1989), en la que causó baja el 3.7.1987, siendo sustituido por Javier González-Estéfani Aguilera, para presentarse a las elecciones para la Presidencia de la Xunta de Galicia.
Dicen de Fraga que no pudo pilotar la transición política como presidente, porque se la quitó Suárez, que se inventó y no logró dominar el 'centro político', porque se lo quitaron Suárez y UCD, y que no consiguió nunca después ser presidente del Gobierno. Todo ello es cierto, pero al final fue virrey en su tierra, Galicia.
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