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100 días de Rajoy en Europa: Cómo lograr objetivos con torpeza política

100 días de Rajoy en Europa: Cómo lograr objetivos con torpeza política

jueves 22 de marzo de 2012, 09:36h
Los cien días de gobierno del presidente, Mariano Rajoy, dejan en la Unión Europea un balance desigual. La mayor batalla emprendida, la hoja de ruta de recorte del déficit público, se ha saldado con el logro inequívoco de haber podido aumentar el objetivo del 4,4% pactado con la Unión para este año por el gobierno socialista hasta el 5,3%, es decir, casi un punto de margen. Sin embargo,  la forma en la que el gobierno ha gestionado en los medios y ante sus homólogos la cuestión ha afeado lo que podría haber sido 'vendido' como toda una victoria de España y ha dado argumentos para aquellos que hoy pueden defender la evidencia de que España ha tenido que aceptar un recorte de 5.000 millones de euros sobre el techo de gasto anunciado unilateralmente por Rajoy del 5,81%.

Aunque algunos aseguran que todo lo ocurrido en los últimos dos meses era una estrategia de negociación, todo parece indicar que el presidente midió mal las consecuencias de sus actos y palabras cuando el pasado día 2 de marzo salió en rueda de prensa a anunciar como una "decisión soberana" el incumplimiento de la meta fijada para 2012.  El tiempo ha demostrado que se equivocó al decir que no tenía por qué informar a sus homólogos y a la Comisión de sus planes fiscales pues, tan sólo diez días después, su decisión era corregida en Bruselas.

La tirantez y desconfianza entre Madrid y la capital comunitaria quedaba también patente el pasado 9 de marzo cuando se conocía que la Comisión Europea envió un grupo de técnicos a España para verificar las cifras de déficit, sobre las que planea todavía los ecos de un teletipo de Reuters de enero que decía que Bruselas desconfiaba de los cálculos hechos por el gobierno sobre las cifras de 2011 y temía que éstas fueran infladas, pues en cuestión de un mes pasaron del 6% al 8,51%.

Desde Moncloa se han esforzado en subrayar que España había tejido previamente una red de simpatías entre los demás Estados miembros para que aceptaran en el Consejo el rebasamiento de los objetivos fijados, pero ello provocó que la Comisión Europea se mostrase muy molesta por ese desprecio que, al final, ha supuesto repartir la insatisfacción entre todos. En teoría, de acuerdo al nuevo paquete legislativo sobre consolidación y coordinación fiscal, el comisario de Economía, Olli Rehn, podría haberse enrocado en su posición, no admitir los argumentos de España y recomendar modificaciones en su programa de estabilidad.

Al final, Rehn optó por trabajar con discreción en el territorio trabajado por España y aunque aceptó cierta flexibilidad, logró incrementar la presión sobre España en un claro ejemplo de que las formas en Bruselas también son importantes. Con todo, el gobierno de Mariano Rajoy, que puede haber pecado de novato en el manejo de esta situación, ha aprendido en la operación que los contactos fuera de los focos, las declaraciones constantes de que todo es negociado y negociable y el escrupuloso respeto a la Comisión Europea son imprescindibles para lograr el beneplácito de sus socios.


Una carta polémica

Pero Rajoy también tomó una decisión en febrero que sorprendió en diversas esferas diplomáticas europeas. Se trata de su adhesión a la carta sobre el crecimiento firmada por 12 Estados miembros, entre ellos Reino Unido, Italia y Holanda, que fue rechazada sin embargo por Francia y Alemania. El texto de la misiva no aportaba nada novedoso respecto a la Estrategia 2020 de la Comisión Europea, pero en su base era una sucesión de los argumentos mil veces repetidos por Londres respecto a la necesidad de incrementar las liberalizaciones  y mejorar el mercado interior.

A diferencia del español, otros líderes europeos aprovecharon la ocasión para mantener las distancias con el díscolo David Cameron, que en diciembre les dejó 'tirados' con el nuevo tratado del Pacto fiscal. El presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker, dijo que no suscribía aquella carta por no contemplar una "dimensión social" y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, consideró que era "demasiado liberal" para él. Al escuchar ese tipo de declaraciones, probablemente Rajoy se haya replanteado su decisión.


Carol Pérez San Gregorio
(Corresponsal en Bruselas)
Europacritica.com
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