Lo confieso: no he sido legal con mis lectores

El jueves pasado actualicé mis análisis macroeconómicos sobre España y la Eurozona y los terminé el viernes noche, madrugada en España. La conclusión a la que llegué no es hoy noticia pero el viernes, para mí, fue que se me había ido la mano del pesimismo.

El viernes concluí que Grecia caería, que será expulsada del euro (o se irá motu proprio que tanto monta) y que el pánico se adueñará de España y, posiblemente, de Italia teniendo como inmediato efecto que todos iremos al banco a sacar nuestros dineros. "Eres un alarmista exagerado", me dije.

Pero me quedé asustado y repetí los cálculos. Llegué a las mismas conclusiones: Europa no puede sobrevivir con la mochila de Grecia y España no puede conseguir el equilibrio entre ahorro e ingresos que le permitiría salir del agujero. El presidente Rajoy podría hacer más, es verdad, pero nunca sería suficiente así que tampoco es culpa suya. La sumisión canina que muestra a la banca es denunciable, pero no demandable porque es solo una parte del problema. 

No he sido legal con vosotros, lectores, es verdad, y os pido perdón por ello. El sábado le pedí a mi mujer que sacara toda la pasta del banco y que lo hiciera con discreción. Dicho así parece que seamos millonarios, pero pensadlo, si yo tuviera recursos de qué estaría en otro continente buscándome las habichuelas e intentando sacar adelante a mi familia. No, no somos ricos, ni tan siquiera somos clase media. Solamente tengo claro que lo poco que tenemos está más seguro debajo del colchón que en el banco  porque estas cosas, cuando pasan, pasan de un momento para el siguiente.

Si Grecia sale del euro -que saldrá- en los próximos días, España verá como sus ahorradores y la clase media empiezan a desfilar por los bancos intentando retirar sus fondos. Cuando esto vaya a ocurrir Montoro ya habrá dado órdenes al Banco de España y al sector y no podremos retirar los dineros de las entidades financieras. Eso exactamente es el corralito.

Durante las últimas 72 horas me he debatido entre escribir lo que voy a escribir y no hacerlo: sacad del banco toda la pasta que podáis, realizadla a metálico en euros, dólares u oro. 

Lo irresponsable, me decía, es crear alarma. Puede, pero mi compromiso es con mis principios y con las personas, no con los bancos. Mi silencio favorece a los bancos, al sistema, al stablishment... ¿pero es justo? Finalmente he llegado a la conclusión de que no.

Desde 2008 en que realicé públicamente el primer análisis público sobre la crisis hasta hoy, lamentablemente, no me he equivocado en mis conclusiones. Ese es mi único aval ante mí mismo primero que ante vosotros y os invito a leer mis columnas económicas de todo este tiempo: dan miedo.  No es que haya sido listo, es solo que he sido honesto y he contado las cosas como las veía. En 1988 predije que la clase media pagaría tres veces la crisis y así está siendo. Lo que no supe ver entonces es que la tercera vez que pagáramos nos jugaríamos mucho más que la economía. 

Ahora estamos ahí: nos estamos jugando la supervivencia individual y, aunque se me tache de alarmista o hasta se me encause por negligente, la única recomendación justa y solidaria que encuentro es deciros a todos que saquéis la pasta del banco cuanto antes. Pronto no podréis hacerlo y un poco después lo que tenéis en euros pasará a ser contabilizado en pesetas y el cambio será terriblemente desventajoso: posiblemente habrá una pérdida de entre el 25 y el 40% de su valor actual. O sea, que si tienes mil euros en el banco y no espabilas, cuando puedas acceder a esos fondos su valor real será de entre 600 y 750 € máximo.

Yo ya he sacado mi poco dinero del banco. Ojalá y me equivoque, ojalá y me podáis acusar de alarmista y que todo esto no sea más que el error más grande de mi carrera como analista: prefiero quedar como un idiota en esta situación y que el país funcione de perlas antes que acertar y que el país se vaya a la mierda... pero me parece que es justamente ahí donde se va. Perdonadme, si podéis, por haber retrasado 72 horas la publicación de mis conclusiones.