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Góngora viaja a Córdoba

Góngora viaja a Córdoba

viernes 31 de agosto de 2012, 12:47h

Más de 30.000 visitantes, que llenarían un tercio del estadio Santiago Bernabéu, han visitado en la Biblioteca Nacional de España (BNE),  entre el     30 de mayo y el 19 de agosto, la maravillosa exposición Góngora: la estrella inextinguible. Magnitud estética y universo contemporáneo, organizada por Acción Cultural Española (AC/E, unas siglas, por cierto, que son casi un calco del  grupo australiano de hard rock AC/DC). Y, en la organización de la exposición han colaborado con AC/E  la BNE, que está celebrando el tricentenario de su  fundación, el Ayuntamiento de Córdoba y la Universidad de Córdoba.  Góngora (1561-1627) es el  mayor poeta español para el crítico norteamericano Harold Bloom. Nació en Córdoba, ciudad ya inmortal por sí misma y a la que el poeta otorgó un plus de inmortalidad al cantarla en  el soneto que comienza así: "Oh excelso muro, oh torres coronadas...".

       Harold Bloom pone de relieve la importancia de la poesía de Góngora  porque es un referente ineludible en la historia de la literatura de nuestra lengua. Y llega a afirmar que la poesía de Góngora, por lo que aporta,  admite comparación con las contribuciones de Shakespeare al teatro y de Cervantes a la novela. ¿Qué diferencia hay, no obstante, entre las aportaciones de Góngora, Shakespeare y Cervantes? Digámoslo sin ambages, como quería el gran poeta zamorano Claudio Rodríguez cuando escribió aquello de "Siempre la claridad viene del cielo". Apliquemos, pues, el candil y veremos que el teatro de Shakespeare y la prosa de Cervantes son de lectura relativamente sencilla y clara y cualquier lector medio, con un poco de esfuerzo, se entera perfectamente de lo que dicen sus textos y, sobre todo, si los lee en ediciones con unas breves y excelentes notas a pie de página, como, por ejemplo,  la magnífica edición del Quijote que publicó en Planeta Martín de Riquer. 

        Pero no podemos decir lo mismo de las grandes obras de Góngora (Polifemo y Galatea, Soledades, Píramo y Tisbe), que requieren varias relecturas para ser disfrutadas. Como escribió Lorca, Góngora, más que para ser leído, es un poeta para ser estudiado.   Góngora, autor de más de 400 poemas,  tiene también poemas de lectura relativamente sencilla, aunque incluso en sus poemas con metros tradicionales - romances, sonetos, letrillas... -, con frecuencia, le gusta mezclar lo culto con lo popular. Cuando leemos a Góngora percibimos que él, no pocas  veces, casi sufre por escribir en castellano. Sus versos nos hacen sentir que la lengua en la que a él le gustaría escribir es el latín. Por el orden de las palabras, ¿no suena a latín este comienzo del Polífemo?: "Estas, que me dictó rimas sonoras, / culta, sí, aunque bucólica Talía, / oh excelso conde...". A mí estos versos, y muchos  más del Polifemo, que puedo recitar de memoria, me parecen maravillosos. Y los memoricé bien porque, cuando estudié preuniversitario, tuve la suerte de que, aquel año, en literatura, estudiamos exclusivamente el Polífemo, del que, por cierto, se suprimieron, absurdamente, unos 60 versos. La edición que estudiamos, preparada por Dámaso Alonso, uno de los mayores gongoristas de la historia, traía  un fantástico  prólogo de este autor de unas 300 páginas. Un verso genial del Polifemo - "erizo es el zurrón de la castaña" - me viene a la mente siempre que veo castaños en un parque o en el campo, o incluso cuando veo castañas en una ferretería o, con más frecuencia, claro, en el mercado, donde, por otra parte, es más difícil ver alicates o martillos, que, como es sabido,  tanto abundan en las sastrerías. Pero Góngora estaba muy dotado para ver llaves inglesas en las pescaderías y salmonetes en las zapaterías. Por eso lo adoraron los poetas de la generación del 27 - Cernuda, Lorca, Alberti, Aleixandre, Diego, Alonso... -, que, en 1927, año del tricentenario de la muerte de Góngora, le dedicaron al poeta cordobés un célebre homenaje en el Ateneo de Sevilla.  Por cierto, en una carta mecanografiada  de convocatoria de este homenaje sevillano firmada por los seis poetas mencionados y exhibida en esta exposición, hay dos o tres palabras mal acentuadas, y dicho sea para regocijo de los alumnos/as de bachillerato que tienen también sus batallitas  con la ortografía.   

      La exposición ha sido comisariada - ¡vaya palabreja que, por otra parte, tanto le gustará al inquisidor Putin, tan justamente satirizado por las Pussy Riot, tan vilmente condenadas a dos años de cárcel! - por Joaquín Roses, profesor titular de literatura española e hispanoamericana de la Universidad de Córdoba. Y reúne más de 200  piezas que incluyen manuscritos, cartas, cuadros, esculturas, dibujos, grabados, instrumentos musicales, tapices y partituras, con joyas supremas como los tres volúmenes del manuscrito Chacón de las obras de Góngora o un retrato del poeta pintado por Velázquez.  La exposición Góngora. La estrella inextinguible podrá visitarse próximamente en Córdoba, en la sala Vimcorsa y Centro de Arte Pepe Espaliú,  del 13 de septiembre al 11 de noviembre.

      A Jaime Gil de Biedma le fascinaba especialmente la letrilla de Góngora que comienza con estos versos: "No son todos ruiseñores / los que cantan entre flores / sino campanitas de plata / que tocan a la alba; / sino trompeticas de oro, / que hacen la salva / a los soles que adoro". La letrilla tiene otras tres estrofas maravillosas.

 

 Sexo, religión y fútbol para hacer reir al lector en los 'Cuentos reunidos' de nuestro colaborador Ramón Irigoyen

 

www.ramonirigoyen.com

 

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