El Partido Nacionalista
Vasco siempre se ha sentido identificado con Convergencia, han compartido
proyectos, elecciones europeas, foros y camino político. Ambos han pretendido
jugar un papel de nacionalismo moderado desde la transición que ya se ha desbocado
definitivamente.
El PNV tenía un plan, el
de
Ibarretxe, y CIU otro, el
Estatut. El Plan Ibarretxe tuvo que irse al cajón
por el apoyo del Partido Popular del País Vasco a
López. El
Estatut se quedó a
medio camino de lo que prometió
Zapatero porque no tenía encaje Constitucional
a pesar de que este les puso el caramelo en la boca.
Ahora tienen otro camino
para llegar al mismo punto y continuar con sus obsesiones identitarias.
Mas, su
"concierto económico" y
Urkullu, su "nuevo estatus político", como excusas o
señuelos para avanzar hacia la disolución de los marcos de convivencia.
Urkullu, si puede, va a
hacer exactamente lo que Mas, que es muy parecido a lo que hizo Ibarretxe. Se
trata de excitar al máximo los sentimientos nacionalistas de agravio, victimismo
y resentimiento hacia España para avanzar hacia el soberanismo ocupando el
poder.
Las consecuencias de ese
tipo de políticas ya nos son conocidas: división, discriminación de vascos,
mala imagen de Euskadi y prioridades políticas alejadas de las necesidades de
los ciudadanos. Un nuevo lastre para la economía vasca por la mayor
incertidumbre política y por la desconfianza hacia el potente sector industrial
vasco, que solo puede tener como consecuencias un mayor desempleo y una caída
de la recaudación para hacer frente al estado de bienestar en Bizkaia, Alava y
Gipuzkoa.
Estamos ante un Urkullu
que quiere aparentar moderación, pero en cuanto le rascas un poco sale Mas,
sale Ibarretxe y demuestra que su prioridad real no es otra que las utopías nacionalistas
del siglo XIX que tan mal han salido en Europa. La verdad es que Iñigo Urkullu
hará lo que Mas pueda para disolver el Estatuto y la Constitución que nos
permiten convivir y prosperar, ya lo acaba de afirmar su mano derecha en
Gipuzkoa: "la independencia llegará pero paso a paso", Egibar dixit, o él mismo
hace una semana en RNE asegurando que "el PNV busca la independencia pero...".
Solo hay una clave para
que Urkullu no esté en el Mas identitario y sí en el menos, que es una
fortaleza del Partido Popular en la próximas elecciones que haga desequilibrar
la balanza en los momentos importantes de la legislatura. El Partido Socialista
no es la solución en estos asuntos, se le ha visto en Cataluña formando parte
de la manifestación por la independencia, y aquí en Euskadi tenían entre manos
una especie de reforma estatutaria hasta que el PP les obligó a aparcarla en el
Pacto de Bases para el Cambio.
El Presidente Rajoy ha
contestado al pulso del nacionalismo catalán con moderación y claridad, diálogo
y no aventuras, tranquilidad y unidad, no hay independencia ni envite al
sistema de financiación nacional y sí respeto a las normas y a los ciudadanos
del conjunto de España. Rajoy no ha respondido con la misma moneda de banderas
"anti" pero sí con determinación. Rajoy ha respondido a Mas como respondería a
Urkullu cuando le venga con excusas de la gestión del IVA para hacer camino de
su "nuevo estatus político para 2015".
La clave es que los
vascos también podemos contestar el 21 de octubre. Fortalecer la presencia del
Partido Popular del País Vasco en la Cámara de Vitoria es lo único que puede
hacer de contrapeso a Mas Urkullu, a Mas división y Mas desestabilización de
Euskadi.
Antonio Basagoiti es
presidente del PP del País Vasco y candidato a la
LehendakaritzaLea el blog de Antonio
Basagoiti