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Los socialistas se unen en Madrid en torno a Felipe González

González pide listas abiertas: 'La pelea en los partidos no puede ser por el lugar que se ocupa'

González pide listas abiertas: 'La pelea en los partidos no puede ser por el lugar que se ocupa'

> Aconseja a Rubalcaba que si abre un debate de ideas "ponga una sobre la mesa" 
> Rubalcaba: "Cuando el PP ha tenido que optar entre España o darle un bofetón al Partido Socialista, siempre ha optado por lo segundo"

domingo 02 de diciembre de 2012, 14:37h
El PSOE ha reunido este domingo en Madrid a más de 2.000 militantes y antiguos altos cargos que, pese a su división, se han aunado en torno a la figura ya mítica de Felipe González. Hasta 41 ex ministros estaban en primera fila, empezando por Miguel Boyer, así como los principales dirigentes de la actual ejecutiva y de las anteriores. Ante esa multitud, González ha hecho dos peticiones explícitas: "Hay que abrir las listas: no puede ser que la pelea en los partidos sea por el lugar que se ocupa en las listas" y que si hacen un 'debate de ideas' que "pongan al menos una sobre la mesa".
Fue uno -no el único, pero sí uno- de los elementos periodísticos más destacables de este acto. En un momento determinado, Felipe González llegó a afirmar de forma taxativa que "hay que abrir las listas electorales: no puede ser que la pelea en los partidos sea por el lugar que se ocupa en las listas". Una reflexión sobre la que Alfredo Pérez Rubalcaba ni siquiera respondió en un acto con formato de coloquio-debate entre González y él mismo, moderado por la joven María González y ante 2.000 asistentes al acto, el acto se convirtió en un revival del pasado.

Otro der los elementos destacados de este acto fue al final del mismo, cuando González hizo una declaración formal sobre el debate que dice el PSOE que va a abrir para recuperar su mayoría social: González les recomendó que no lo hagan de puertas para adentro, pero que si optan por ese modelo y por hacer el tan manido 'debate de ideas', lo mejor es que sigan este consejo: "Pongan al menos una [idea] sobre la mesa". Todo lo demás fue un revival del pasado sin apenas proyección futura.
 
¿30 años de felipismo?
 
Es verdad que el lema de la convocatoria era ése, "30 años después. Gracias, Felipe", pero la idea no era tanto oír las batallitas de los 'abuelos cebolleta' como iniciar una mirada hacia el futuro para ganar esa base social que hoy aparece perdida para el actual Partido Socialista. Una sorpresa fue la asistencia de Miguel Boyer, tan próximo a la FAES de Aznar, convirtiendo el acto en un revival de antiguos líderes, políticas y prestigios perdidos y en un intento de recuperar una mayoría social en torno a la actual dirección. Unas mayoría difícil de reconquistar, porque, como reconoció Rubalcaba al final del acto, "cuando el PP ha tenido que optar entre España o darle un bofetón al Partido Socialistas, siempre ha optado por los segundo".

Sobre el futuro, en definitiva, se habló prácticamente al final del coloquio, pero sobre el pasado, Felipe González llegó a hacer una especie de autocrítica realmente desconocida en él. Por ejemplo, en un inicio llegó a decir que la crisis actual no es más importante que la que él mismo se encontró en 1982; aunque, claro, que lo él intentó es que el coste de la recuperación no la pagaran los más débiles, como sí está intentando hacer ahora la derecha del PP y de Mariano Rajoy.

Dentro de su nivel de autocrítica dijo González que "el primer error que cometimos fue prometer 800.000 puestos de trabajo, cuando los perdimos por la reconversión, y los recuperamos hasta 1,2 millones en la segunda legislatura, pero cuando ya no los prometimos"... Interesante autocrítica, que llevó aparejada una moraleja: "El empleo no se crea en el papel; el empleo lo crean los empleadores... y lo que está pasando ahora es que se está destruyendo el aparato productivo que crea empleo".

Otro dato de autocrítica: el referéndum sobre la permanencia de la OTAN, el 12 de marzo de 1986: "Sufrí mucho", porque el programa electoral del PSOE para las elecciones de 1982 "era una consulta sobre la permanencia" pero no una disposición de voto. "El referéndum de la OTAN nos costó muchos votos, más votos que la reconversión industrial", reconoció Felipe, que contó una anécdota: hubo alguno que intentó que la pregunta fuera "¿Quieren quedarse en la OTAN con su voto en contra?"... risas generalizadas, claro.

Y ya al final del acto llegó a decir con total sinceridad: "Le devuelvo la gratitud a los ciudadanos, que me siguieron votando incluso cuando yo estaba harto hasta de mí mismo".
 
Un partido sin vocación de mayoría absoluta
 
Hubo mucho de recuerdo, claro, para eso era el acto, como cuando Felipe González explicó que cuando entró por primera vez en el Palacio de La Moncloa, en diciembre de 1982, hace este domingo 30 años, "tuve un sentimiento de responsabilidad. Por decirlo de alguna manera: estaba acojonado".

En ese punto es donde González dijo que entonces se pensaba que "más del 30 % de voto socialista no puede haber en la sociedad", pero que ya él tenía entonces la convicción de que podía existir un proyecto ilusionante que aglutinara un amplísimo espectro de la sociedad, como así fue en las elecciones del 28 de octubre de 1982. El problema, ahora, es que "el Partido Socialista ha perdido la vocación de mayoría absoluta y tiene que recuperarla con espíritu de consenso", dijo antes de pasar a reconocer que hoy tenemos una preocupante crisis de territorialidad en el Estado, fundamentalmente por lo que ha pasado en Cataluña, como no es menos preocupante la actual pérdida de los fundamentos del bienestar social.

El formato fue un debate entre González y Pérez Rubalcaba en el que debían hab lar "de lo que éramos de lo que somos y de lo que queremos ser", como explicó la secretaria de Participación, María González, al inicio del acto. Los temas en programa eran la consolidación de la democracia, el desarrollo de la Constitución y la estructura del Estado, la entrada UE, la crisis económica y la construcción Estado del bienestar... pero las cosas no salen siempre como se piensan.
 
Rubalcaba quiere un proyecto de "radicalismo reformista"

 
En ese punto, González incidió en que para lograr la confianza de la mayoría es necesario que un líder político sea capaz de ofrecer un proyecto creíble para la mayoría. Y ahí Rubalcaba replicó que para reclamar apoyo mayoritario a los ciudadanos tiene que construirse un proyecto que dé respuesta a las preocupaciones mayoritarias.

Para eso, dijo Rubalcaba, el PSOE debe hacer algo parecido a lo que hizo en 1982: no hacer un programa electoral más, sino dar hacer un proyecto con profundidad, "algo que la derecha no tiene", así como "avanzar en el radicalismo reformista como hicimos entonces", para hacer una "revisión profunda y un proyecto de país".

Para Rubalcaba, está claro que en la crisis actual han reaparecido problemas que hubo que resolver hace 30 años: el problema territorial, la crisis económica o el Estado del bienestar que entonces se construyó y ahora debe mantenerse. Aunque recordó, como pulla a González, que en su primer gobierno "no había ninguna chica, ninguna, y lo más importante es que no se dijo nada".

En un momento determinado, Rubalcaba le dio la palabra a Rodríguez Zapatero, sentado en primera fila al lado de Alfonso Guerra: no hubo sorpresa, porque estaba en el guión. "Éste es un acto justo y necesario", empezó a decir Zapatero desde su silla en primera fila, reivindicando la tarea de Felipe no tanto desde el Gobierno a partir de 1982, sino antes de esa fecha; tarea que llevó a la victoria del 28 de octubre de aquel año. "Un país y un partido que se precie a sí mismo tiene que recordar los grandes momentos y el 82 fue un gran momento".

Rodríguez Zapatero había entrado en el auditorio acompañando a su antecesor y a su sucesor, pero después se sentó en primera fila porque el debate estaba limitado a González y Rubalcaba.

Muchos asistentes y algunas ausencias

Entre los 41 ministros que acudieron estaban Carlos Solchaga, Miguel Boyer, Rosa Conde, José Barrionuevo, Javier Solana y el ex vicepresidente y ex número dos del PSOE Alfonso Guerra. En primera fila, entre los miembros del primer Gobierno de González, los organizadores dejaron una butaca vacía para el que fuera ministro de Sanidad asesinado por ETA, Ernest Lluch, al que los asistentes homenajearon en pie nada más iniciarse el acto.

También hubo ausencias, aunque 'anunciadas': las más significativas fueron las del ex vicepresidente económico Pedro Solbes y el ex ministro, ex secretario general socialista y actual comisario europeo Joaquín Almunia. Ausencias significativas porque ambos fueron también ministros con Felipe González, y Solbes lo fue igualmente con Rodríguez Zapatero.

Esas ausencias no deslegitimaron ni mucho menos el 'cierre de filas' que los socialistas hicieron en torno, al menos, a la figura de González: hasta la ex ministra Carme Chacón y el diputado Francesc Vallés acudieron en representación del siempre díscolo PSC. Es verdad que en el acto no estuvo el primer secretario de los socialistas catalanes, Pere Navarro, pero la convocatoria si estuvo secundada por la inmensa mayoría de miembros de la actual dirección y de las pasadas Ejecutivas.

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