Toros: una ILP mansa, brava y... demagógica

La Fiesta ha salvado algo de su futuro legal y político con la aprobación, con abrumadora mayoría de 180-40, para que la ILP presentada por los taurinos con más de 500.000 firmas solicitando sea declarada Bien de Interés Cultural (BIC) pueda debatirse en el Congreso. Una decisión de bravura por parte de los parlamentarios que le echaron valor torero para proclamar su apoyo a este espectáculo tan denostado. Pero que si, siempre en el aspecto normativo, es un avance importante que protege a la Fiesta de prohibiciones futuras como la de Cataluña, nada significa ni aporta hacia atrás, precisamente hacia esta prohibición. De modo que, en tal aspecto, la ILP mansea, porque no deroga la votación del Parlament, ya que carece de efecto retroactivo y además son dos decisiones paralelas -las de Madrid a favor y Barcelona en contra- que no se cruzan ni interfieren. Sin olvidar el tufo demagógico que exhala esta votación política.

En definitiva que para echar las campanas al vuelo, como han realizado los taurinos tras la decisión del Congreso, habrá que esperar la sentencia que el Tribunal Constitucional emita dentro de, como mínimo según las previsiones, año y medio, quizás demasiado tarde  para que, aunque anulase la prohibición catalana, habría que ver qué empresario se atrevería, cuatro años después de en esta región se quedasen sin festejos, a organizar uno con gran parte de la sociedad local en contra y con una afición casi desaparecida. Lo de este 12-F, sin ser definitivo ni mucho menos, es importante, quién lo duda. Pero los problemas de la Fiesta no son esos, sino aquellos que la han estoqueado y casi apuntillado desde dentro, o sea desde las propias filas de los taurinos. Sí, esos empresarios cutres y decimonónicos que sólo piensan en llevarse el dinero cuanto antes, ajenos a los gustos e intereses de sus clientes los aficionados, quienes nada cuentan a la hora de confeccionar los carteles, teniendo un único 'derecho': pasar por taquilla. Y que, además, en muchos casos en vez de pagar ¡cobran! a novilleros e incluso a matadores modestos por actuar. Y que, además, no ingresan las cuotas de la Seguridad Social de los banderilleros ni los impuestos a Hacienda, entre otras hazañas. 

Sí, esas figuras, figuritas o figurones algunos en plan demagogo este martes en el Congreso, como El Juli y Manzanares, incapaces de enfrentarse a toros íntegros y que no hayan elegido previamente, por supuesto jamás de divisas duras. Y que, además, se unen, en el famoso G-10 o en otros grupos, para no bajar sus honorarios, a pesar de que -menos José Tomás,siempre por libre- no llevan a la gente a la plaza, encareciendo las entradas hasta el infinito, con lo que el círculo vicioso se cierra en contra de la propia Fiesta y también sin contar para nada con los deseos de los aficionados. Sí, esos ganaderos que tragan con las imposiciones de los apoderados de estas figuras y, además de rebajar cada año más la casta y fuerza de los bureles -en detrimento de la emoción del espectáculo, en favor de los coletudos mandamases del escalafón-, los afeitan para poder entrar en sus carteles de figuras. 

Sí, esas autoridades que presiden los festejos siempre al servicio del sistema y nunca de los aficionados y haciendo buena la ya típica y tópica frase del sanedrín sabio y exigente que es el tendido 7 de Las Ventas de. "¿a quién defiende la autoridad?". Podríamos seguir con otros detalles, pero basta con estos en cuanto a los profesionales y presidentes. Máxime si añadimos que esos mismos políticos del PP que han votado a favor en el Congreso, en plan demagogo también, no han aprobado, a veces con el impagable apoyo del PSOE, reglamentos autonómicos favorables a los taurinos y contrarios a los aficionados. Máxime si añadimos que nada hacen para promocionar la Fiesta, ni siquiera tienen valor para darla en TVE. Máxime si añadimos que, pese a su amor por la misma y su votación de este martes, la verdad la verdad de la buena es que han aumentado el IVA del 8 al 21% y encarecido así las entradas. De modo que el avance de tomar en cuenta la ILP que llevará casi seguro a la declaración de los toros como BIC, al margen de que mansea respecto al pasado, poco va a significar para el futuro si no se cambia su estructura de arriba a abajo, tanto por parte de los profesionales como de políticos y autoridades. Si, como nos tememos, no es así, este 12-F se ha ganado una batalla, sí, pero la guerra, sin ese cambio radical, puede estar perdida. Como puede estarlo la Fiesta, toreada, banderilleada y muerta a estoque por los mismos que ahora demagógicamente dicen, sólo dicen, que la defienden. Y olé.