Dimisiones en ciernes

El último tramo del AVE entre Madrid y Barcelona va camino de arruinar la dinámica campaña electoral que le había diseñado Pepe Blanco a Rodríguez Zapatero. 'Eficacia' no se escribe con 'Z'; puntualidad, tampoco. El Gobierno que preside Rodríguez Zapatero no es el responsable del trazado del recorrido del AVE por el precario subsuelo de Barcelona -fue cosa de Álvarez Cascos, ministro de Fomento en el Gobierno Aznar-, pero desde el mismo momento en el que no se atrevieron o no consideraron oportuno cambiarlo, la responsabilidad es suya.

Han querido uncir la llegada del AVE a las fechas iniciales de la campaña electoral -Zapatero comprometió la fecha del 21 de diciembre-, y ésa prisa de raíz electoralista es la que lo está empantanando todo. Porque, digámoslo pronto: el AVE es de todos porque con los impuestos de todos se paga. Quiere, pues, decirse, que a los ciudadanos -que no somos tan estultos como suponen algunos políticos-, nos da lo mismo quien lo inaugure. Lo que queremos es que sea seguro y rápido. Todo lo demás es cosa de patéticos políticos peleándose por salir en los telediarios.

Lo que no es de recibo es que Magdalena Álvarez, se niegue a dimitir. Ella y su segundo, Víctor Morlán, han acreditado que no son capaces de gestionar la complejidad de un ministerio como Fomento. Zapatero se fue a inspeccionar el decimotercer socavón registrado en el tramo de Bellvitge, y dejó a la ministra de fin de semana en Andalucía. Morlán, estaba en Huesca. Uno y otro deberían aceptar que en política el que yerra debe dejar paso a otros. Sería un escándalo político que el PSOE se presentara con ellos en el Gobierno pretendiendo presentarlos como candidatos en alguna de sus listas. Por eso digo que la dimisión es la única salida decorosa que les queda.