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Sanidad: mal y medio bien

Sanidad: mal y medio bien

lunes 23 de septiembre de 2013, 11:03h
La reformas que el Gobierno está haciendo en Sanidad resultan, por lo menos, polémicas. Tengo serias dudas sobre si todos los que se manifiestan en las "mareas blancas" lo hacen pensando en el ciudadano por encima de sus intereses personales, pero eso nos llevaría a una discusión sin salida porque los sentimientos de cada cual, sus verdaderas razones, sólo pertenecen al individuo. Resulta quizás más interesante fijarse en dos decisiones objetivas del Gobierno que he calificado en el titulo de esta columna: una es mala y la otra medio buena.

Empecemos por la mala: el copago de esos medicamentos que sólo se despachan en hospitales y que, en general, tienen unos precios elevadísimos pero son absolutamente necesarios para las  enfermedades que tratan y que son siempre graves y en la mayor parte de los casos crónicas.  Hacer pagar, aun con topes máximos, por ese tipo de dispensaciones, resulta muchas cosas a la vez: injusto, absurdo, inútil e impopular. Es injusto porque nadie decide su enfermedad  y mucho menos el precio de los medicamentos; es absurdo porque habrás gente no lo va a poder pagar y no me cabe en la cabeza que en ese caso se le niegue el medicamento: sería dejarle morir sin más; es inútil porque lo que puede recaudar/ahorrar la Seguridad Social con este copago resulta ridículo comparado con otros gastos y otros posibles ahorros; y es impopular por todo lo anterior y lo único que consigues es empeorar la imagen no de la sanidad española sino de la política sanitaria de un Gobierno que debería haberse planteado desde el principio que el ahorro no sólo se consigue subiendo precios o haciendo pagar sino cortando gastos y gestionando mejor. Cualquiera que haya estado en un hospital, podría hacer una lista a la señora ministra de cómo se derrocha dinero o de cómo se infrautilizan -falta de productividad- aparatos cuya compra y mantenimiento nos resultan a todos muy  costosos. Por no hablar de cómo y a quién se compra el material de uso diario donde cada uno tira para un lado en lugar de unificar criterios para abaratar costes y exigir calidad y precios competitivos a cambio a cambio de cantidad en las compras. Sólo cabe esperar -volviendo al copago propuesto- que semejante disparate desaparezca en el camino parlamentario.

¿Y qué es lo medio bien?  Pues que al fin se va a poner en marcha lo que en un afán autonomista absurdo dejó de ser válido en un momento: la tarjeta sanitaria única para cualquier centro en España. Ya no sé cuánta s veces hemos reclamado la supresión de esa barbaridad de que cada comunidad tuviera su tarjeta propia y que ser atendido -no por urgencias, claro, faltaría más- en un centro de otra comunidad supusiera un vía crucis para el pobre ciudadanos que, con sus impuestos, y los pagos de sus padres y abuelos, consiguió tener una red sanitaria realmente buena y que funcionaba realmente bien. Pues porque la cosa funcionaba bien, se cargaron el sistema y cualquier español que no esté en su comunidad es hoy un"desplazado" en su propio país, casi un marginal sin derechos que no sólo tiene que batallar contra la descentralización sanitaria sino que la lucha continúa en la farmacia donde los sufridos profesionales cada vez tienen que hacer más cosas raras y más desagradables, tan desagradables como negar -por obligación- una determinado medicamento porque la receta no cuadra con las instrucciones de esa comunidad.

Esto era y es aun  un dislate de una envergadura  tan enorme, que parece que ahora va solucionarse ¡pero se dan de plazo 5 años¡ Que las nuevas tarjetas sanitarias nacionales las vayan haciendo al ritmo que quieran, pero que por Real Decreto desde mañana mismo en cualquier comunidad autónoma sirva cualquier tarjeta. Por eso me parece medio bien, el plazo es demasiado largo porque son demasiado los problemas que genera un el disparate arrastrado y mil veces denunciado por muchos. 
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