Nos lo temíamos, como tantas
otras cosas. Nos faltaban datos, pero ya los tenemos. Durante el reciente debate de las
enmiendas a la totalidad de la Ley de
Acción Exterior y del Servicio Exterior del Estado, el ministro de Asuntos
Exteriores, José Manuel García-Margallo,
nos los ofreció en bandeja. Cuando pisó el palacio de Santa Cruz para tomar
posesión de su cargo, se encontró sobre la mesa un total de 166 oficinas de las comunidades autónomas fuera de España. Oficinas que, por cierto, no abrirían únicamente los gobiernos autonómicos liderados por
socialistas, sino también los
gobernados por el PP y, claro está,
los nacionalistas.
Por si ese dato no bastara por sí solo,
el ministro aportó uno más: en
apenas 3 años, el número de viajes al extranjero de comisiones oficiales de las
comunidades autónomas superaron el
millar, más que los del ejecutivo central, que se supone tiene las competencias exclusivas
en materia de política exterior.
Apretar los tornillos
No estaría demás que todos y cada uno de los 17 reinos de taifas
en los que hemos convertido
nuestras Comunidades Autónomas fueran ya justificando pormenorizadamente todos y cada uno de los viajes realizados, y con claras
explicaciones de fines
perseguidos , medios empleados para ello, incluidos los nombres
y representación de los
funcionarios o políticos de turno que hicieron uso de los mismos.
Si, como me temo, finalmente y como casi
siempre, no se dice nada, o la mitad de la mitad de lo que debiera
decirse, vamos a tener que pensar
en que hay tanta complicidad
entre partidos en el abuso como presuponíamos. Unos por acción y
otros por omisión, el hecho es que a
costa del erario público, los viajes realizados
no se sostienen bajo el
prisma de la racionalidad.
Entre tanto, más que las fórmulas
equitativas de financiación de las
comunidades, señor Rajoy, que parece ser el motivo principal
de preocupación
de sus barones, y los de los
demás partidos del arco parlamentario,
me parece que debe Vd. escuchar a la población, al común de los ciudadanos,
que seguimos sin entender la duplicidad
y hasta la triplicidad
de competencias. El verdadero
problema pendiente de su política de ajustes, señor
presidente, es la
racionalización de la administración. Mejor aún, de las
administraciones, porque mientras
tengamos 17 miniestados
con competencias propias y , cuando no, atribuciones unilaterales ,
como esta de la política exterior,
mientras eso no suceda, digo, no tendrá
legitimidad para seguir apretando los
tornillos de la fiscalidad a empresas y ciudadanos.